Page 187 - Abrázame Fuerte
P. 187
mano derecha, como si estuviera sucio. Todas las chicas se tapan la nariz con las
manos—. Crespo es guapo, ¿sí o no?
Sus amigas afirman con la cabeza.
—Pues ya está. Si el amor no viene a ti, tú irás a él. Y él es Crespo… —Ana
deja el calcetín junto a Silvia.
—Esta estrategia es propia de Estela —susurra ésta a Bea.
—¿Y tú qué crees? Estela me ha enseñado mucho —dice Ana—. Yo siempre
he esperado que alguien viniera a mí sin tener que hacer nada. Estela me ha
enseñado que si esto no te funciona tienes que ir tú a ver lo que pasa. Y a esto se
le llama jugar. ¿Qué me dices?, ¿aceptas el desafío? —la reta, arqueando las
cejas, como si fuera la presentadora de un concurso de televisión.
Silvia mira el calcetín. Lo coge. « ¿Por qué no? Puede que funcione —piensa
—. Y si no, ¡tampoco pierdo nada!» . Sin embargo…
—¡Pero a mí no me gusta Crespo!
—¡Da igual! Pero ¿lo encuentras guapo o no? —pregunta Bea.
—Sí…
—Pues no se hable más. No tienes nada que perder. Te vas a poner este
calcetín y a ver qué pasa y, como diría Estela, ¡será divertido!
Ana sonríe a Silvia, y esto la anima. Hay veces en que una debe hacer
locuras para precipitar los acontecimientos, y nota que su amiga se contiene
demasiado. Si Silvia decide apostar, lo peor que puede suceder es que Crespo se
muera de vergüenza y le pida que no se lo ponga, nada más. Pero, por lo menos,
Silvia habrá puesto algo de su parte para que el amor, ese « ente» tan codiciado,
ese Cupido caprichoso, escuche a su amiga de una vez.
Silvia se siente algo mejor: ¡por fin se lo ha contado a sus amigas! Ahora ya
saben que no le resulta fácil verlas tan contentas con sus novios, mientras ella
sigue sola. Y lo del calcetín es lo de menos, será motivo para pasar un buen rato
con las Princess y echarse unas risas con ellas… ¡Una alocada aventura más
para el recuerdo! Lo más importante es que ha hecho las paces con Bea, y que
sus amigas la han escuchado.
—Bueno, y al final ¿qué hacemos con Estela? ¿Llamamos al médico o qué?
—Bea retoma el tema que las había reunido pero esta vez con energía positiva.
—¿Y si hablamos con ella las tres? —dice Silvia.
—No sé, igual se siente presionada, ¿no creéis? —Ana muestra su duda—. ¿Y
si la llamamos primero para tantearla?
—Pero ¡¿no la llamaremos todas a la vez?! —responde Bea.
—Pues claro que no, loca. —Ana parece haber cogido la iniciativa—. Yo
haría lo siguiente. Silvia, tú llamas a Estela desde aquí. Pones el manos libres. Se
lo cuentas todo, más que nada porque Marcos es quien ha hablado contigo.
Nosotras nos limitamos a escuchar, pero si necesitas ayuda durante la
conversación, te ayudaremos. Podemos apuntarte cosas en un papel. ¿Qué me