Page 197 - Abrázame Fuerte
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En ese mismo instante
      Estela  sube  lentamente  la  escalera  a  casa  de  Marcos.  No  parece  muy  feliz.
      Marcos, que la espera en el rellano, se percata de ello. Piensa en Silvia y en lo
      que le ha dicho.
        La chica le da dos besos y un pequeño abrazo y, sin que él le diga nada, se
      dirige directamente a su habitación.
        Marcos la sigue a lo largo del pasillo, y le pregunta:
        —¿Cómo estás?
        A lo que ella responde, sin detenerse ni mirarle para contestar:
        —Bien… Algo cansada, pero bien.
        El chico anda a la expectativa. Estela llega a su habitación, abre la puerta,
      entra y deja el abrigo y la mochila en el suelo y, sin pedir permiso, se tira en la
      cama.
        Marcos  la  mira.  No  sabe  qué  significa  todo  aquello.  ¿Es  sólo  que  está
      cansada? ¿Estará enfadada con él por haber hablado con Silvia?
        —¿Quieres ensayar? —pregunta en un susurro.
        —Psí…  —responde  Estela  sin  mucho  entusiasmo—.  Podemos  cantar  esa
      canción, la última que hiciste, aquella que le dedicaste a… Silvia.
        Marcos  reflexiona  antes  de  contestar.  Quiere  encontrar  la  respuesta
      adecuada:
        —Es simplemente una canción para una gran amiga… Eso es todo.
        —Ya… Una amiga…
        —Sí, ¿por qué no? Es la primera persona que he conocido aquí… y se merece
      una canción. —Marcos se calla y la mira con los ojos entrecerrados—. ¿Estás
      celosa?
        —¿Yo? ¡Qué va!
        —Por si te sirve de algo, no me gusta Silvia. Bueno, me gusta como amiga…
      ¡Somos  vecinos!  No  me  digas  que  te  estás  comiendo  el  coco  por  una  tontería
      así…, ¡por una canción que no significa nada!
        Estela bosteza como si no le importara, pero no puede evitar sonreír para sus
      adentros. La actitud de Marcos parece creíble y a Silvia ya la conoce, es buena,
      nunca daría cancha a Marcos sabiendo que él le gusta. Lo que le pasa es que le
      gustaría  que  él  tuviera  algún  detalle  especial  con  ella,  como  la  canción  que
      escribió para Silvia. ¿No comparten ellos algo especial? Entonces ¿no se merece
      ella también una melodía?
        —¿Me escribirás una canción algún día?
        Marcos sonríe. La verdad es que ya está haciendo una pero, si se lo dice, no
      sería ninguna sorpresa.
        —Puede que algún día. Te lo tienes que ganar… —El chico le guiña un ojo, y
      ese simple gesto consigue despertar una sonrisa en la chica que, como empujada
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