Page 49 - Abrázame Fuerte
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En ese mismo instante, en otro punto de la ciudad
Silvia vuelve a casa arrastrando la mochila, abatida por la semana. Camina por la
calle, tranquila con su Mp3, escuchando el último disco de su cantante favorita.
Vuelve satisfecha de la biblioteca. Este fin de semana lo tendrá libre, pues ha
acabado todos los deberes hasta el martes.
A diferencia de su hermano, a ella le va muy bien estudiar en la biblioteca. El
silencio y el olor a libro viejo la ayudan a concentrarse. Además, cuando está
cansada de estudiar levanta la vista y observa a otros estudiantes como ella. Le
gusta imaginarse sus nombres, sus gustos y, por qué no, a veces, hasta se imagina
que son sus futuras parejas.
Cuando, al fin, llega al portal de su casa, se hace un lío con el cable del Mp3 y
la cremallera de su mochila, y las llaves se le caen al suelo. Al instante aparece
un perro y le lame la mano. Silvia se asusta tanto que da un chillido y cae hacia
atrás. Automáticamente, oye una voz que grita:
—¡Atreyu, no!
Silvia aún está aturdida cuando ve que alguien le tiende la mano para
ayudarla a levantarse.
—Tranquila, es un perro inofensivo. Apenas tiene seis meses.
La chica se levanta por su propio pie, se toca con una mano el trasero, y su
cara refleja algo de dolor.
—No pasa nada, estoy bien —dice mirando al perro, que lame
desesperadamente las llaves.
—Lo siento, me he confiado y lo he dejado sin correa.
Silvia se fija por primera vez en el dueño del perro. ¡Es el chico de la
guitarra! ¡Marcos! ¡El que lloraba! Silvia se toca el pelo, nerviosa.
—¿De qué raza es? —pregunta para distraer un poco la atención de su caída.
—Un Jack Russell —responde el muchacho.
—Mi padre dice que estos perros son muy inteligentes —comenta ella
mientras se agacha para tocar el perro—. ¿Muerde?
—Qué va… Es buenísimo.
—¡Qué simpático es! —exclama ella cuando el perro se sube a su regazo—.
¿Cómo se llama?
—Atreyu.
—¿Atreyu? ¿Has leído La historia interminable? —pregunta Silvia, curiosa.
—¡Claro! Es el dragón blanco de la suerte —responde Marcos, orgulloso de
su perro.
Silvia se ríe.
—Bueno, Atreyu era un guerrero en la novela —explica Silvia, en plan
marisabidilla.
—¡Claro, el que ayudaba al niño protagonista!