Page 78 - Abrázame Fuerte
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David no está acostumbrado a emociones tan fuertes; a decir verdad, las evita a
      toda  costa.  Odia  tener  que  afrontar  situaciones  comprometidas,  y  ahora  está
      obligado a hacerlo… ¡y en su propia casa!
        —¿Y qué quieres que haga? —pregunta por fin.
        —No sé, eres tú quien debería tenerlo claro…
        Los dos hermanos se quedan pensativos. David está nervioso y anda algunos
      pasos, a oscuras. Silvia lo observa. También ella se siente atada de pies y manos.
      Mientras, en el baño
      Ana se acaba de secar el pelo y, aunque aún tiene la ropa algo húmeda, se vuelve
      a poner el suéter. Intuye que Silvia ha ido a hablar con su hermano, pero ella no
      puede esperar mucho tiempo. ¡Seguro que sus padres ya se han dado cuenta de
      que se ha escapado!
        Se mira al espejo, se peina y respira hondo. « Lo que pase, pasará. Me lanzo
      a lo leones…» . Sale del baño y se dirige a la habitación de Silvia. No hay nadie.
      Cruza el pasillo y, al ver entreabierta la puerta de la habitación de David, duda.
      « ¿Entro o no entro?» . Tiene un nudo en el estómago.
        La  habitación  huele  a  incienso,  y  la  música  le  parece  la  más  sensual  del
      mundo.
        Muy poco a poco, como si un hilo le saliese del pecho y la lanzara hacia la luz
      que  se  cuela  por  la  rendija,  camina  hacia  ella  y  empuja  suavemente  con  la
      mano la puerta de la habitación del chico.
        No se puede creer lo que ve. ¡Hay una chica tirada en la cama! Abre los
      ojos, que se le llenan de lágrimas. Cuando Nerea la mira se le hace un nudo en la
      garganta.
        —Perdón —se disculpa. Cierra la puerta en seguida y corre de vuelta al baño
      sin poder reprimir ya las lágrimas que caen por sus mejillas. Recoge sus cosas y
      se pone la chaqueta mojada. Ahora sí que le da igual todo. Sólo quiere salir de
      esa casa.
        Nerea también se ha sorprendido. Sabía que Ana era amiga de la hermana de
      David, pero no que tuviese tanta confianza como para entrar libremente en la
      habitación del chico.
        « ¿Será  por  eso  que  David  no  se  ha  liado  conmigo?» ,  piensa  mientras  se
      levanta para investigar.
        En  el  comedor,  Silvia  siente  movimiento  en  la  casa.  Su  hermano  sigue
      bloqueado. En ese instante, alguien abre la luz del recibidor: Ana se dispone a irse
      sin decir nada.
        —Ana, ¿qué haces? —le pregunta Silvia, que ha salido del comedor.
        —Me voy. Llego tarde a casa. —Ana no puede dejar de llorar.
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