Page 73 - Abrázame Fuerte
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—Pues claro, tonto, ¿dónde va a ser, si no…? Mira, yo me pongo en este lado
      y tú te pones en este otro y me preguntas. A mí me va bien cerrar los ojos, ¿vale?
      Así que no hagas nada que yo no haría… —sonríe ella, coqueta.
        —Lo haré… Digo, no, claro… —David traga saliva.
        —Si quieres, también puedes poner algo de música. Pero tranquila. Me relaja
      un montón estudiar con música.
        Nerea se levanta; ve a David algo tenso. ¡Es como para estarlo! Nerea ha
      aparecido como una leona. Ha impregnado la habitación de perfume de mujer,
      y el chico se siente algo incómodo. Nerea, que se ha situado a pocos centímetros
      detrás de él, acerca las manos al cuello de David y empieza a masajeárselo.
        —Nerea, creo que yo no… Quiero decir…, que me siento algo extraño con
      todo esto… Hace mucho calor en la habitación, ¿no crees? —El chico se levanta
      con decisión y abre la ventana. Fuera está lloviendo a raudales.
        —¿Tienes miedo? —pregunta Nerea, algo pícara.
        —¡No! —exclama David con un golpe de voz—. No… Quiero decir… Verás,
      Nerea… Tú y yo somos amigos, ¿verdad?
        —Pues claro —afirma ella.
        —¡Eso es! Tú lo has dicho, somos amigos, no somos…, cómo decirlo… —El
      muchacho busca una palabra que no sea « novios»  pero que se le parezca.
        —Novios. Lo puedes decir, David, que no soy tonta. —Nerea empieza a intuir
      adónde quiere ir a parar el chico.
        —Novios, ¡eso es!
        Ambos se quedan callados. Nerea mira fijamente a David, que no sabe muy
      bien cómo continuar.
        —Te entiendo… No te preocupes… Pensaba que… —Nerea se desarma.
        —Me caes muy bien, de veras. Yo… es que ahora… no me siento demasiado
      preparado… sí. —Por fin, David le expresa lo que siente.
        —Oye, me voy a casa… —La chica juega su última carta.
        —Te  puedes  quedar  si  quieres…  Es  sólo  que…  —Su  compañero  no  sabe
      como continuar.
        —¿Te  refieres  al  sexo?  —pregunta  ella,  siendo  muy  directa.  Es  lo  mejor
      cuando alguien duda.
        —Sí… bueno… sí… yo no lo hubiese dicho mejor —se excusa él mirando al
      suelo.
        —Ven  aquí,  tontolaba.  —Nerea  le  da  un  abrazo—.  Es  normal  que  estés
      nervioso. Las primeras veces suelen ser horribles —comenta, y aprovecha para
      abrazarle más fuerte y presionar su pecho con el del chico.
        El viento fresco se cuela por la ventana y la abre aún más. David sale de
      entre los brazos de Nerea y la cierra. Los ánimos parecen más calmados. En
      apariencia, su amiga se va a quedar para estudiar en serio. La muchacha abre su
      mochila, saca los apuntes y se vuelve a echar en la cama. Ha perdido una batalla
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