Page 68 - Abrázame Fuerte
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que es su profesor. Pero cuando parece que él se va a abalanzar sobre ella, pasa
todo lo contrario.
—Siéntate, Estela. Quiero enseñarte algo. —Leo le señala un pequeño sofá
con ruedas que ha colocado en medio de la sala.
—Pero ¿no iba a recitar mi monólogo?
—Siéntate —repite.
Estela se sienta, como una niña obediente. No tiene muy claro qué sucede,
pero está muy excitada. Leo apaga las luces del estudio y le da a un botón.
Entonces, una pantalla gigante baja del techo. « ¡Cómo mola! ¿Qué es lo que me
va a enseñar?» , se pregunta Estela. Leo hace siempre lo mismo. La desconcierta
un montón, pero, como la sorprende, le gusta. Nunca hace lo que ella espera de
él. A veces no le sienta bien, como cuando la deja tirada o la hace esperar, pero
otras la hace sentir como una niña en el día de Reyes. Sabe que cualquier cosa es
posible a su lado, y eso le encanta.
Leo se coloca detrás de ella, como si fuera un proyeccionista. Le da al play y
empieza la película.
—Se trata de Empieza el espectáculo —le explica mientras se enciende un
cigarro—. Una película de Bob Fosse cuyo protagonista es un coreógrafo muy
reconocido. Querer mucho el éxito te puede llevar a perder otras cosas de la vida
que son muy valiosas. No lo olvides, Estela. —Da una fuerte calada y dice—:
Uno no se puede dedicar al teatro sin haber visto esta película. Relájate y
disfruta.
Estela no se mueve del sofá. Leo está de pie, detrás de ella. No lo ve, pero
puede sentirlo. Su respiración lenta, su olor, y el sonido de sus pasos. Algún
movimiento. El ruido de su mechero encendiendo una barrita de incienso, la
Coca-Cola que se cae en el vaso con hielo lleno de ron…
Aunque la película es muy buena, no deja de ser tarde, y poco a poco Estela
se deja vencer por el sueño hasta que termina la película. La mano de Leo
irrumpe en el hombro de Estela, que yace dormida profundamente.
La chica se despierta avergonzada. No sabe muy bien cómo tiene que actuar.
¿Debe levantarse e irse a casa, o quedarse más rato? Como no lo tiene claro, se
hace la dormida. Leo se acerca y la tapa con una manta. Ella sigue con los ojos
cerrados, mientras oye el sonido de la cámara de fotos de Leo. « Qué fuerte…
Me va a dar algo» , piensa Estela, consciente de que le está sacando unas fotos.
Esta noche se siente más Bella Durmiente que nunca.
Minutos más tarde, nota cómo Leo se sienta a su lado. No la toca. Sólo la
mira. Estela puede sentir esa mirada. Piensa que tal vez tendría que hacer algo,
pero no se atreve, y parece que Leo tampoco es tan valiente. De alguna manera,
le impone respeto liarse con una chica tan joven. No la ve como una niña, ni
mucho menos, pero sabe que se puede buscar un problema. Entonces, Estela se
agarra de la mantita y deja al aire sus pies descalzos. Leo los coge y se los pone