Page 98 - Abrázame Fuerte
P. 98

cosas para sentirse bien, pero parece que, con Estela, ¡uno no pueda hacer nada!
      Una chica tan decidida, que no le da ni siquiera la oportunidad de comprar las
      entradas, y que se muestra tan segura de sí misma… « No sé si me encanta o lo
      detesto» , piensa él.
        —A  ver  dónde  nos  sentamos…  En  el  pasillo  y  cerca  de  la  salida  de
      emergencia —decide Estela con autoridad—. Así, si pasa algo, tendremos tiempo
      de salir corriendo.
        Sin rechistar, Marcos se sienta donde ha escogido su acompañante, mientras
      ésta sigue con su monólogo.
        —En las catástrofes se salvan los que están delante. Mira los aviones. Los de
      la cola del avión mueren siempre. ¿Te gusta ir en avión, príncipe? A mí me da un
      miedo que me muero. Bueno, a ver qué tal la peli. ¿Quieres palomitas?
        —No,  gracias.  No  me  gusta  comer  mientras  veo  la  película  —responde
      Marcos, con educación. En realidad, odia a la gente que come palomitas, y odia
      a la gente que hace comentarios en voz alta en el cine. Y algo le dice que Estela
      no se va a callar en toda la película.
        La peli transcurre entre comentarios de Estela y los « chist» que vienen de
      detrás. Marcos se muere de vergüenza. A Estela le da igual que se queje la gente
      de las filas posteriores, sigue comentando las escenas y pone los pies encima de
      la butaca de delante y se relaja. « La verdad es que esta película no vale nada» ,
      piensa  Marcos.  Y,  aunque  detesta  los  comentarios  en  voz  alta  de  la  chica,
      reconoce que Estela es bastante graciosa.
        « Este tío es un poco empanado —piensa ella a su vez—. Ni siquiera me ha
      tocado» . Estela no puede evitar fantasear. Imaginarse como la mano de Marcos
      se acerca a la suya, y se rozan un poco, luego un poco más, y entrelazan los
      dedos para acabar cogidos de la mano mientras siguen mirando la pantalla y se
      comentan la película al oído tan cerca que incluso podrían sentir uno el aliento del
      otro…  pero  no.  Marcos  no  es  de  ésos.  Ya  está  bastante  incómodo  como  para
      pensar en meterle mano a Estela.
        La película se acaba. El chico permanece sentado en la butaca. Sigue tenso
      tras haber estado, en la oscuridad, tan cerca de la chica, durante hora y media.
      Incluso le sudan las manos.
        —Ya te vale, bonita, nos has dado la película. —Una mujer que está sentada
      detrás de Estela le da un toque de atención.
        —¿Cómo? —contesta ésta.
        —Pues eso, que no has parado de hablar —le aclara la señora.
        —¡Pero si la peli no valía nada! ¿Qué más le da? —contesta Estela de malas
      maneras; no quiere amilanarse delante de Marcos.
        —Discúlpela,  señora,  lo  ha  hecho  sin  querer  —intercede  el  chico,
      avergonzado—. No era nuestra intención molestarla.
        —No te metas, ya soy mayorcita para defenderme sola —le increpa Estela,
   93   94   95   96   97   98   99   100   101   102   103