Page 99 - Abrázame Fuerte
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algo borde.
        —Oye, yo no…
        —Déjalo, príncipe, da igual.
        Marcos  se  siente  extraño.  Esta  chica  es  demasiado.  No  sabe  por  dónde
      cogerla y Estela, por su parte, no entiende que él ni siquiera haya intentado el
      roce  mientras  veían  la  peli.  Ni  un  simple  susurro  al  oído.  Ni  una  mirada  de
      complicidad. ¡Nada! La cita más aburrida de la historia. Pero incluso así, Marcos
      le sigue gustando. « Así somos la chicas —se dice—: siempre queremos repetir,
      aunque el chico sea una auténtica seta» .
      Mientras, en el parque
      Las chicas han montado una RPU improvisada para hablar de Ana y David. A
      ella le resultó muy duro ver al chico a quien ama besando a otra. Fue la prueba
      definitiva de que pasa absolutamente de ella.
        —Venga, chicas, dejémoslo ya. ¡No es para tanto! —Bea intenta quitar algo
      de hierro al asunto.
        —Muy bonito. Me gustaría ver a tu querido Sergio besando a otra, a ver cómo
      te sentaría —se ofende Ana.
        —Perdona, pero no se puede comparar a Sergio con David.
        —¡Oye,  no  te  pases,  que  estás  hablando  de  mi  hermano!  —Aunque  ella
      también piensa que David no se ha portado demasiado bien, no deja de ser su
      hermano, y no puede evitar defenderlo.
        —¿Ah, no? ¿Y por qué no, si se puede saber? —salta Ana al mismo tiempo,
      rabiosa.
        —David no es tu novio —contesta Bea, con rotundidad.
        El comentario le sienta a Ana como una patada en el estómago. Es verdad,
      pero ahora no está como para escuchar verdades. Está para que la apoyen, y
      desde que tiene novio, Bea, no empatiza con nada, se comporta como si nunca
      hubiera  sufrido  ningún  desengaño.  Como  si  nunca  hubiera  estado  soltera.  Eso
      pone de los nervios a Ana. Es demasiado sensible como para que alguien no se
      tome en serio sus sentimientos, o los frivolice. Es verdad, David no es su novio,
      pero eso no implica que no le duela verlo besándose con otra. Si fuera su novio,
      cortaría con él. Pero no puede hacer nada. Y, según Bea, parece que ni siquiera
      tiene derecho a enfadarse.
        —A quien no se puede comparar con nadie es a mi vecino Marcos —intenta
      calmar los ánimos Silvia, que cambia de tercio cuando lo ve acercarse a ellas,
      acompañado de Estela—. Es más raro que un perro verde. Ahí viene con Estela.
        La verdad es que verlos es un poema. Estela, que se acerca a paso rápido,
      llega con una sonrisa enorme. Marcos, con cara cansada, anda detrás de ella con
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