Page 21 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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sido éste el vencedor de la peligrosa diosa Tiamat y, en consecuencia,
     haberse  convertido  en  el  campeón  de  todos  los  dioses.
        Existieron,  asimismo,  otras  muchísimas  divinidades  de  impor­
      tancia  secundaria  o  menor,  creídas  personificaciones  de  la  natura­
     leza, de  la guerra y de  la  destrucción, de los ríos, canales y arroyos,
      de  la  fertilidad,  del  alimento, del  ganado  o  de  la  actividad  intelec­
      tual, divinidades  tan  complejas  en  cuanto  a  su  número  y  conteni­
      do  religioso  que  hubo  necesidad  de  elaborar largas listas  de  dioses
      que  constantemente  había  que  revisar y poner al  día.
        Junto  a  los  dioses,  y  tanto  en  la  religión  sumeria  como  en  la
      acadia,  se  hallaban  infinidad  de  espíritus  y  demonios,  buenos  y
     malos, que acompañaban al hombre durante  toda su vida para pre­
      miarlo  o  castigarlo.
        Ultimo  eslabón de  todo  ello  era  el mundo  subterráneo  del Más
     Allá, situado  bajo  el  abismo  del Apsu, siendo  la  casa  de  la  que  no
     se  podía  salir  después  de  haber entrado  en  ella, eterno  lugar reser­
     vado  a  la  totalidad  de  los  hombres, y  reino  gobernado,  asimismo,
     por  altas  divinidades.
        En íntima  conexión con  este panteón sumero-acadio, los  meso-
     potámicos, para darle  adecuada significación y razón  de ser, estruc­
     turaron  un jerarquizado  clero  masculino  y  femenino  que  gozó  de
     grandes  prebendas  económicas  y  cuya  tarea  fundamental  consistió
     en edificar fastuosas construcciones religiosas (templos y torres esca­
     lonadas:  las  famosas  ziqqurratu),  cuyas  ruinas  pueden  verse  todavía
     hoy  diseminadas  por  el  país  de  los  dos  ríos. En  aquellas  construc­
      ciones  tuvieron lugar un  sinfín  de  ceremonias y  ritos  de  gran  pro­
     lijidad  formal,  lo  que  nos  habla  todo  ello  del  primerísimo  papel
     que  la  religión  tuvo  en  la  vida  oficial  y  privada  de  Mesopotamia.
        A pesar  de  haber  explicado  las  escuelas  teológicas  el  origen  del
     hombre  de  diferentes  maneras, se  estuvo  de  acuerdo  en  puntuali­
     zar que  los  seres  humanos  habían sido  creados  exclusivamente  para
     servir a los  dioses. Ello  les  marcaba  su  actuación  terrena, de  mane­
     ra  que  si  el  hombre  fracasaba  en  las  obligaciones  de  su  vivir  coti­
     diano, en  cierta manera  no había sabido  servir con integridad a los
     dioses  y, por  lo  tanto,  era  reo  de  castigo,  actuando  en  estos  casos


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