Page 38 - El nuevo zar
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policía común. Forzaba las reglas porque podía. Una Pascua llevó a Serguéi
Rolduguin, un músico clásico que se convirtió en un amigo cercano, a una
procesión religiosa en la que tenía asignado vigilar y controlar a los fieles,
personas como su propia madre. Logró impresionar a su amigo al llevarlo a
ver el altar de la iglesia, acceso vedado a los seglares, lo cual sugiere que
Putin veneraba poco la santidad de la iglesia. «Nadie puede ir allí, pero
nosotros sí», le dijo a su amigo. Era temerario y temperamental. De camino a
casa tras el recorrido por la iglesia, según recordó Rolduguin, un grupo de
estudiantes ebrios junto a una parada de autobús se les arrimó por un
cigarrillo. Vladímir, claramente de una presencia poco intimidante, los
rechazó de tan mala manera que uno lo empujó. Putin lo lanzó por encima de
su hombro como habría hecho en una competencia en el club de judo.[15]
Decía a sus amigos que era oficial de policía en el Ministerio del Interior
y, al parecer, muchos le creían. Sin embargo, pronto se hizo más difícil
disfrazar su verdadera condición. Rolduguin, que lo conoció en 1977, pronto
dilucidó la verdad. Se volvió cauto. Como músico, había viajado al exterior
en visitas vigiladas por agentes del KGB, apenas disimulados como
funcionarios del Ministerio de Cultura. A Rolduguin le desagradaba esa
escolta ideológica, y aprendió a no hablar libremente en su compañía. Pero, al
fin y al cabo, ahora era amigo de uno de ellos. Vladímir finalmente lo
desarmó admitiendo su verdadera profesión, aunque ni siquiera entonces
Rolduguin logró sonsacarle más. «Yo toco el chelo —le dijo una vez a su
amigo—. Nunca podría ser cirujano, pero soy buen chelista. Pero ¿cuál es tu
profesión? Sé que eres oficial de inteligencia. Pero no sé qué significa eso.»
Vladímir le siguió la corriente, pero solo un poco. «Soy especialista en
relaciones humanas», dijo crípticamente, y luego rehusó seguir hablando del
asunto.[16]
En 1979, Vladímir alcanzó el rango de capitán y, al fin, fue enviado a
Moscú para asistir a la Escuela Superior del KGB, que llevaba el nombre de
Félix Dzeryinski, el fundador de la policía secreta soviética. Dzeryinski
seguía siendo una figura de culto venerada en el KGB, cuyos manuales de
entrenamiento citaban su descripción de las características esenciales del
oficial de inteligencia: «un corazón tibio, una cabeza fría y las manos
limpias».[17] Finalmente, el Primer Directorio Principal parecía estar
preparándolo para cumplir servicio en el exterior. Y, sin embargo, al cabo de
un curso corto, volvió otra vez a Leningrado y reanudó la tarea de vigilar