Page 113 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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APRENDER A VOLVER A MIRAR LA REALIDAD


                                                                                Saber mirar es saber amar.


                                                                                              ENRIQUE ROJAS



                 Observa y deléitate con la realidad que te rodea, verás cómo esta siempre es atractiva
              de una u otra forma. Mirar con atención devuelve el interés y la fascinación ante la vida.
              Debemos aprender a mirar la realidad con ojos nuevos, con ternura, sin dureza. ¿Qué
              hace falta para eso? Detenimiento y asombro.
                 Te  lo  recomiendo:  vuelve  a  mirar  tu  trabajo,  tu  familia,  tus  hijos,  tu  casa…  ¡con
              asombro! Quizá te atrape algún detalle al que sin querer te has habituado, o puede que
              redescubras cosas positivas que habías pasado por alto. Esto es especialmente importante
              en las relaciones; mira a tu marido o mujer como si fuese la primera vez, fíjate en su
              fisonomía, en su lenguaje corporal, profundiza en su mirada, en la forma que tiene de
              tratar  a  los  demás  y  a  ti  mismo…  no  te  acostumbres  nunca  a  la  persona  de  la  que  te
              enamoraste. Que no te venza la rutina exige atención.
                 Si miras la realidad con indiferencia o hastío, dando todo por sentado, sin detenerte en
              los  matices,  lo  más  probable  es  que  te  atasques  siempre  en  lo  mismo,  que  te  quedes
              constantemente con lo negativo, lo difícil, lo que no tiene solución sencilla.




                                                     EL CASO DE EMILIA

                 Emilia es una mujer divorciada desde hace ocho años. Llevaba veinte con su
                 marido,  Juan,  un  tipo  del  que  estaba  muy  enamorada.  Tenían  tres  hijos
                 adolescentes de diecinueve, diecisiete y dieciséis años. La relación iba bien,
                 se respetaban y querían, con los altibajos propios de cualquier matrimonio,
                 pero globalmente eran una pareja estable.
                    Juan, por temas de trabajo, comenzó a viajar mucho por Estados Unidos.
                 Pasaba largas temporadas entre Nueva York, Miami y Los Ángeles. Emilia lo
                 acusaba, porque se había acostumbrado a tener una pareja sólida, y notaba
                 que el trato se estaba enfriando. Efectivamente, un día Juan sentó a Emilia
                 a la vuelta de un viaje y le dijo que se había enamorado de otra persona.
                 Emilia intentó disuadirle, convencerle, le llevó a varios terapeutas pero Juan
                 ya  tenía  la  decisión  tomada.  La  otra  chica  era  joven,  veintisiete  años,  y
                 esperaban  un  hijo  juntos.  Emilia  se  dio  cuenta  de  que,  aun  queriendo,  le
                 sería imposible perdonarle.
                    Los  primeros  cuatro  años  fueron  un  infierno  para  ella,  sufría,  lloraba  y
                 pasó  por  una  depresión  severa.  Tras  seguir  un  tratamiento  farmacológico,
                 mejoró y le fue retirada progresivamente la medicación.




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