Page 172 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
P. 172

OMEGA 3


                 Todos los pacientes, familiares o personas que se cruzan en mi vida saben que soy una
              fiel defensora del consumo de omega 3. Todo comenzó hace unos años. Yo padecía de
              un problema severo en las encías y una dietista cercana me recomendó consumir omega
              3 a diario. De forma sorprendente, tras varias semanas, los problemas cesaron de golpe.
              He  observado  que  tras  etapas  de  mucho  estrés,  las  dolencias  vuelven  y  el  aceite  de
              pescado frena los efectos perjudiciales.
                 Ingerir omega 3 es una manera muy sana de potenciar tu estado de ánimo y capacidad
              cognitiva.  Aunque  hay  seis  tipos  de  ácidos  grasos  omega  3,  solo  tres  de  ellos  se
              relacionan  con  la  fisiología  humana:  el  ácido  α-linolénico  (ALA),  el  ácido
              eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). Nos centraremos en los
              dos últimos.
                 Se suelen denominar ácidos grasos esenciales porque resultan de vital importancia para
              ciertas  funciones  del  organismo,  y  porque  ninguno  de  estos  ácidos  grasos  puede  ser
              producido  de  forma  autónoma  dentro  de  nuestro  organismo,  por  lo  que  es  necesario
              adquirirlos a través de la dieta.
                 El EPA —ácido eicosapentaenoico— es precursor de algunos eicosanoides. Estas son
              moléculas  de  carácter  lipídico  —grasas—  que  poseen  funciones  importantes
              antiinflamatorias e inmunológicas. Este ácido graso puede obtenerse a través de la ingesta
              de  pescados  —salmón,  sardina,  atún,  caballa,  arenque…—  y  de  aceite  de  pescado  —
              aceite  de  hígado  de  bacalao—.  En  medicina  interna  este  ácido  graso  se  emplea  como
              hipolimemiante, es decir, para disminuir los niveles de lípidos —colesterol y triglicéridos
              — en sangre.
                 El  DHA  —ácido  docosahexaenoico—  se  encuentra  principalmente  en  aceites  de
              pescado, aunque también en algunas algas como la espirulina. En realidad, en origen se
              encuentra  en  estas  algas,  de  las  que  se  alimentan  los  peces,  y  poco  a  poco  se  va
              concentrando  conforme  avanza  por  su  paso  en  la  cadena  alimenticia.  Se  concentra
              especialmente en el cerebro, retina y células reproductoras. Las neuronas y la sustancia
              gris del cerebro están compuestas de gran cantidad de grasa, por lo que este componente
              es clave para su desarrollo y función adecuada. El cerebro precisa de un nivel adecuado
              de DHA para su desarrollo óptimo. En caso contrario, nos encontramos ante un déficit en
              la neurogénesis y en el metabolismo de neurotransmisores.




                 El omega 3 posee una importante función antiinflamatoria.



                 Los  estudios  llevados  a  cabo  por  parte  del  bioquímico  nutricional  estadounidense
              William E. M. Lands desde 2005 han demostrado que niveles excesivos de omega 6 en
              relación  con  los  de  omega  3  están  asociados  con  ataques  al  corazón,  artritis,
              osteoporosis, depresión y cambios de ánimo, obesidad y cáncer. El exceso de omega 6



                                                            172
   167   168   169   170   171   172   173   174   175   176   177