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El jaguar y el águila, animales que personificaban a la
oscuridad y la luz respectivamente dentro de la
mitología mexica, fueron los representantes de las
estructuras militares más destacadas del Imperio
azteca. La diferencia entre una y otra radica en que
aquellos que procedían de la clase baja, los
denominados macehualtin, formaban parte de los
guerreros jaguar, mientras que a los guerreros águila
pertenecían aquellos procedentes de la nobleza.
El jaguar estaba consagrado a la Madre Tierra
Llamatehcutli, pues ambos tienen por territorio el
silencio y la oscuridad. Por estas razones, tras un
sacrificio de un guerrero jaguar se esperaba que los
dioses multiplicaran los alimentos, el agua, la energía
del sol y la fertilidad de la Madre Tierra. De esta
manera, el sacrificio de un guerrero, la entrega de su
sangre y espíritu al Chacmol, el mensajero celestial de
los dioses era voluntario y muy significativo para el
pueblo, más que el de aquellos jugadores de pelota o
los esclavos de batallas.
Mediante el calendario sagrado Tonalpowalli (cuya duración es de 260 días) se podía conocer
quiénes eran los que estaban destinados a ser guerreros. Por lo general los guerreros jaguar eran
quienes militaban al frente de las campañas bélicas, en las que debían de capturar a doce enemigos
vivos en dos batallas, es decir seis en cada una, para lograr llegar al rango de los guerreros águila,
quienes ejercían el espionaje, la mensajería entre tribus, y las exploraciones a tierras extranjeras.
El Estado azteca estuvo centrado en torno a la expansión militar y el predominio político sobre otros
pueblos, además de la exigencia de tributo de otras ciudades-estado, por lo cual la guerra era la
fuerza básica en la política mexica. La sociedad azteca también estaba centrada alrededor de la
guerra; cada hombre mexica recibió formación militar básica desde temprana edad, ya que la guerra
no solo era importante para el bien del imperio, también era para muchos, la única posibilidad de
ascender en la pirámide social mexica, la única forma de dejar de ser plebeyos.