Page 194 - El Hobbit
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—Eso puedo creerlo —dijo Smaug—, pero no me parece que te llamen así
comúnmente.
—Yo soy el descubre-indicios, el corta-telarañas, la mosca de aguijón. Fui
elegido por el número de la suerte.
—¡Hermosos títulos! —se mofó el dragón—. Pero los números de la suerte
no siempre la traen.
—Yo soy el que entierra a sus amigos vivos, y los ahoga y los saca vivos otra
vez de las aguas. Yo vengo de una bolsa cerrada, pero no he estado dentro de
ninguna bolsa.
—Estos últimos ya no me suenan tan verosímiles —se burló Smaug.
—Yo soy el amigo de los osos y el invitado de las águilas. Yo soy el Ganador
del Anillo y el Porta Fortuna; y yo soy el jinete del Barril —prosiguió Bilbo
comenzando a entusiasmarse con sus acertijos.
—¡Eso está mejor! —dijo Smaug—. ¡Pero no dejes que tu imaginación se
desboque junto contigo!
Ésta es, por supuesto, la manera de dialogar con los dragones, si no queréis
revelarles vuestro nombre verdadero (lo que es juicioso), y tampoco queréis
enfurecerlos con una negativa categórica (lo que es también muy juicioso).
Ningún dragón se resiste a una fascinante charla de acertijos, y a perder el
tiempo intentando comprenderla. Había muchas cosas aquí que Smaug no
comprendía del todo (aunque espero que sí vosotros, ya que conocéis bien las
aventuras de que hablaba Bilbo); sin embargo, pensó que comprendía bastante y
ahogó una risa en su malévolo interior.
« Así pensé anoche» , se dijo sonriendo. « Hombres del Lago, algún plan
asqueroso de esos miserables comerciantes de cubas, los Hombres del Lago, o
yo soy una lagartija. No he bajado por ese camino durante siglos y siglos; ¡pero
pronto remediaré ese error!» .
—¡Muy bien, oh jinete del Barril! —dijo en voz alta—. Tal vez tu poney se
llamaba Barril, y tal vez no, aunque era bastante grueso. Puedes caminar sin que
te vean, mas no caminaste todo el camino. Permíteme decirte que anoche me
comí seis poneys, y que pronto atraparé y me comeré a todos los demás. A
cambio de esa excelente comida, te daré un pequeño consejo, sólo por tu bien:
¡No hagas más tratos con enanos mientras puedas evitarlo!
—¡Enanos! —dijo Bilbo fingiendo sorpresa.
—¡No me hables! —dijo Smaug—. Conozco el olor (y el sabor) de los enanos
mejor que nadie. ¡No me digas que me puedo comer un poney cabalgado por un
enano y no darme cuenta! Irás de mal en peor con semejantes amigos, Ladrón
jinete del Barril. No me importa si vuelves y se lo dices a todos ellos de mi parte.
Pero no le dijo a Bilbo que había un olor desconcertante que no alcanzaba a
reconocer, el olor de hobbit.
—Supongo que conseguiste un buen precio por aquella copa anoche, ¿no? —