Page 198 - El Hobbit
P. 198

historia!
        De modo que Bilbo les contó lo que pudo recordar, y confesó que tenía la
      desagradable impresión de que el dragón había adivinado demasiado bien todos
      los acertijos sobre los campamentos y los poneys. —Estoy seguro de que sabe de
      dónde  venimos,  y  que  nos  ayudaron  en  Ciudad  del  Lago;  y  tengo  el  hondo
      presentimiento de que podría ir muy pronto en esa dirección. Desearía no haber
      hablado nunca del jinete del Barril; en estos lugares aún un conejo ciego pensaría
      en los hombres del Lago.
        —¡Bueno, bueno! Ya no puede enmendarse, y es difícil no cometer un desliz
      cuando hablas con un dragón, o así he oído decir —lo consoló Balin—. Yo pienso
      que lo hiciste muy bien, y de todos modos has descubierto algo muy útil, y has
      vuelto vivo, y esto es más de lo que puede contar la mayoría de quienes hablaron
      con gentes como Smaug. Puede ser una suerte, y aún una bendición, saber que
      ese viejo gusano tiene un sitio desnudo en el chaleco de diamantes.
        Aquello cambió la conversación, y todos empezaron a hablar de matanzas de
      dragones, históricas, dudosas y míticas; y de las distintas puñaladas, mandobles,
      estocadas al vientre, y las diferentes artes, trampas y estratagemas por las que
      tales  hazañas  habían  sido  llevadas  a  cabo.  De  acuerdo  con  la  opinión  general,
      sorprender a un dragón que echaba una siesta no era tan fácil como parecía, y el
      intento  de  golpear  o  pinchar  a  uno  dormido  podía  ser  más  desastroso  que  un
      audaz ataque frontal. Mientras ellos hablaban, el zorzal no dejaba de escuchar,
      hasta  que  por  último,  cuando  asomaron  las  primeras  estrellas,  desplegó  en
      silencio las alas y se alejó volando. Y mientras hablaban y las sombras crecían,
      Bilbo se sentía cada vez más desdichado e inquieto por lo que podía ocurrir.
        Por fin los interrumpió. —Sé que aquí no estamos seguros —dijo—. Y no veo
      razón  para  quedarnos.  El  dragón  ha  marchitado  todo  lo  que  era  verde  y
      agradable, y además ha llegado la noche y hace frío. Pero siento en los huesos
      que  este  sitio  será  atacado  otra  vez.  Smaug  sabe  cómo  bajé  hasta  el  salón,  y
      descubrirá dónde termina el túnel. Destruirá toda esta ladera si es necesario, para
      impedir que entremos, y si las piedras nos aplastan, más le gustará.
        —¡Estás muy siniestro, señor Bolsón! —dijo Thorin—. ¿Por qué Smaug no ha
      bloqueado entonces el extremo de abajo, si tanto quiere tenernos fuera? No lo ha
      hecho, o lo habríamos oído.
        —No  sé,  no  sé…  porque  al  principio  quiso  probar  a  atraerme  de  nuevo,
      supongo,  y  ahora  quizá  espera  porque  antes  quiere  concluir  la  cacería  de  la
      noche,  o  porque  no  quiere  estropear  el  dormitorio,  si  puede  evitarlo…  pero
      preferiría  que  no  discutiéramos.  Smaug  puede  aparecer  ahora  en  cualquier
      momento, y nuestra única esperanza es meternos en el túnel y luego cerrar bien
      la puerta.
        Parecía  tan  serio  que  los  enanos  hicieron  al  fin  lo  que  decía,  aunque  se
      demoraron  en  cerrar  la  puerta.  Les  parecía  un  plan  desesperado,  pues  nadie
   193   194   195   196   197   198   199   200   201   202   203