Page 197 - El Hobbit
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Fue  un  desafortunado  comentario,  pues  el  dragón  escupió  unas  llamas
      terribles detrás de Bilbo, y aunque él corría pendiente arriba, no se había alejado
      tanto como para sentirse a salvo antes que Smaug lanzara el cráneo horroroso
      contra  la  entrada  del  túnel.  Por  fortuna  no  pudo  meter  toda  la  cabeza  y  las
      mandíbulas, pero las narices echaron fuego y vapor detrás del hobbit, que casi
      fue vencido, y avanzó a ciegas tropezando, y con gran dolor y miedo. Se había
      sentido bastante complacido consigo mismo luego de la astuta conversación con
      Smaug, pero el error del final le había devuelto bruscamente la sensatez.
        « ¡Nunca  te  rías  de  dragones  vivos,  Bilbo  imbécil!» ,  se  dijo,  y  esto  se
      convertiría en uno de sus dichos favoritos en el futuro, y se transformaría en un
      proverbio. « Todavía no terminaste esta aventura» , agregó, y esto fue bastante
      cierto también.
      La  tarde  se  cambiaba  en  noche  cuando  salió  otra  vez  y  trastabilló  y  cayó
      desmayado  en  el  « umbral» .  Los  enanos  lo  reanimaron  y  le  curaron  las
      quemaduras lo mejor que pudieron; pero pasó mucho tiempo antes de que los
      pelos de la nuca y los talones le creciesen de nuevo; pues el fuego del dragón los
      había rizado y chamuscado hasta dejarle la piel completamente desnuda. Entre
      tanto, los enanos trataron de levantarle el ánimo; querían que Bilbo les contara
      enseguida lo que había ocurrido, y en especial querían saber por qué el dragón
      había hecho aquel ruido tan espantoso, y cómo Bilbo había escapado.
        Pero el hobbit estaba preocupado e incómodo, y les costó sacarle unas pocas
      palabras. Pensándolo ahora, lamentaba haberle dicho al dragón algunas cosas, y
      no tenía ganas de repetirlas. El viejo zorzal estaba posado en una roca próxima,
      inclinando  la  cabeza,  escuchando  todo  lo  que  hablaban.  Lo  que  pasó  entonces
      muestra el malhumor de Bilbo: recogió una piedra y se la arrojó al zorzal. El
      pájaro aleteó haciéndose a un lado y volvió a posarse.
        —¡Maldito pájaro! —dijo Bilbo enojado—. Creo que está escuchando, y no
      me gusta nada ese aspecto que tiene.
        —¡Déjalo en paz! —dijo Thorin—. Los zorzales son buenos y amistosos: éste
      es un pájaro realmente muy viejo, y tal vez el último de la antigua estirpe que
      acostumbraba vivir en esta región, dóciles a las manos de mi padre y mi abuelo.
      Era  una  longeva  y  mágica  raza,  y  quizá  éste  sea  uno  de  los  que  vivían  aquí
      entonces  hace  un  par  de  cientos  de  años  o  más.  Algunos  hombres  de  Valle
      entendían el lenguaje de estos pájaros, y los mandaban como mensajeros a los
      hombres del lago y a otras partes.
        —Bien, tendrá nuevas que llevar a la Ciudad del Lago entonces, si es eso lo
      que  pretende  —dijo  Bilbo—.  Aunque  supongo  que  allí  no  queda  nadie  que  se
      preocupe por el lenguaje de los zorzales.
        —Pero ¿qué ha sucedido? —gritaron los enanos—. ¡Vamos, no interrumpas la
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