Page 1098 - El Señor de los Anillos
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veces y con profundas reverencias ante Celeborn y Galadriel.
        —Hacía mucho, mucho tiempo que no nos encontrábamos entre los árboles o
      las piedras. A vanimar, vanimálion nostari! —dijo—. Es triste que sólo ahora, al
      final, hayamos vuelto a vernos. Porque el mundo está cambiando: lo siento en el
      agua, lo siento en la tierra, lo huelo en el aire. No creo que nos encontremos de
      nuevo.
        Y Celeborn dijo:
        —No lo sé, Venerable.
        Pero Galadriel dijo:
        —No  en  la  Tierra  Media,  ni  antes  que  las  tierras  que  están  bajo  las  aguas
      emerjan otra vez. Entonces quizá volvamos a encontrarnos en los saucedales de
      Tasarinan en la primavera. ¡Adiós!
        Merry y Pippin fueron los últimos en despedirse; y el viejo ent recobró la
      alegría al mirarlos.
        —Bueno,  mis  alegres  amigos  —dijo—  ¿queréis  beber  conmigo  otro  trago
      antes de partir?
        —Por cierto que sí —le respondieron, y el ent los llevó a la sombra de uno de
      los árboles, y allí vieron un gran cántaro de piedra. Y Bárbol llenó tres tazones, y
      bebieron; y los hobbits vieron los ojos extraños del ent que miraba por encima del
      borde del tazón.
        —¡Cuidado,  cuidado!  —dijo  Bárbol—.  Porque  ya  habéis  crecido  desde  la
      última vez que os vi. Y los hobbits se echaron a reír y vaciaron de un trago los
      tazones.
        —¡Y bien, adiós! —continuó Bárbol—. Y si en vuestra tierra tenéis alguna
      noticia de las ent-mujeres, enviadme un mensaje.
        Luego saludó a toda la comitiva moviendo las grandes manos y desapareció
      entre los árboles.
      Ahora,  camino  a  la  Quebrada  de  Rohan,  los  viajeros  galopaban  más
      rápidamente, y al fin, muy cerca del lugar en que Pippin había mirado la Piedra
      de Orthanc, Aragorn se despidió. Esta separación entristeció a los hobbits; porque
      Aragorn nunca los había defraudado, y los había guiado en muchos peligros.
        —Me gustaría tener una Piedra con la que pudiese ver a los amigos —dijo
      Pippin— y hablar con ellos desde lejos.
        —Ya no queda más que una que podría servirte —respondió Aragorn—, pues
      lo que verías en la piedra de Minas Tirith no te gustaría nada. Pero el Palantir de
      Orthanc lo conservará el Rey, y así verá lo que pasa en el reino, y qué hacen los
      servidores. Porque no olvides, Peregrin Tuk, que eres un caballero de Gondor, y
      no te he liberado de mi servicio. Ahora partes con licencia, pero tal vez vuelva a
      llamarte. Y recordad, queridos amigos de la Comarca, que mi reino también está
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