Page 678 - El Señor de los Anillos
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Sam, pero le echó una mirada fugaz y venenosa.
—Sólo nos hace falta algo con que sujetarlo —dijo Frodo—. Es necesario que
camine, de modo que no tendría sentido atarle las piernas… o los brazos, pues por
lo que veo los utiliza indistintamente. Átale esta punta al tobillo y no sueltes el otro
extremo.
Permaneció junto a Gollum, vigilándolo, mientras Sam hacía el nudo. El
resultado desconcertó a los dos hobbits. Gollum se puso a gritar: un grito agudo,
desgarrador, horrible al oído. Se retorcía tratando de alcanzar el tobillo con la
boca y morder la cuerda, aullando siempre.
Frodo se convenció al fin de que Gollum sufría de verdad; pero no podía ser a
causa del nudo. Lo examinó y comprobó que no estaba demasiado apretado; al
contrario. Sam había sido más compasivo que sus propias palabras.
—¿Qué te pasa? —dijo—. Si intentas escapar, tendremos que atarte; pero no
queremos hacerte daño.
—Nos hace daño, nos hace daño —siseó Gollum—. ¡Hiela, muerde! ¡La
hicieron los elfos, malditos sean! ¡Hobbits sucios y crueles! Por eso tratamos de
escapar, claro, tesoro. Adivinamos que eran hobbits crueles. Hobbits que visitan a
los elfos, elfos feroces de ojos brillantes. ¡Quitad la cuerda! ¡Nos hace daño!
—No, no te la sacaré —dijo Frodo— momento para reflexionar—… a menos
que haya una promesa de tu parte en la que yo confíe.
—Juraremos hacer lo que él quiere, sí, sssí —dijo Gollum, siempre
retorciéndose y aferrándose el tobillo—. Nos hace daño.
—¿Jurarías? —dijo Frodo.
—Sméagol —dijo Gollum con voz súbitamente clara, abriendo grandes los
ojos y mirando a Frodo con una extraña luz—. Sméagol jurará sobre el Tesoro.
Frodo se irguió y una vez más Sam escuchó estupefacto las palabras y la voz
grave de Frodo.
—¿Sobre el Tesoro? ¿Cómo te atreves? —dijo—. Reflexiona.
Un Anillo para gobernarlos a todos y atarlos en las Tinieblas.
» ¿Te atreves a hacer una promesa semejante, Sméagol? Te obligará a
cumplirla. Pero es aún más traicionero que tú. Puede tergiversar tus palabras.
¡Ten cuidado!
Gollum se encogió.
—¡Sobre el Tesoro, sobre el Tesoro! —repitió.
—¿Y qué jurarías? —preguntó Frodo.
—Ser muy muy bueno —dijo Gollum. Luego, arrastrándose por el suelo a los
pies de Frodo, murmuró con voz ronca, y un escalofrío lo recorrió de arriba
abajo, como si el terror de las palabras le estremeciera los huesos—: Sméagol
jurará que nunca, nunca, permitirá que Él lo tenga. ¡Nunca! Sméagol lo salvará.
Pero ha de jurar sobre el Tesoro.
—¡No! No sobre el Tesoro —dijo Frodo, mirándolo con severa piedad—. Lo