Page 40 - III Concurso Literario
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CATEGORÍA: 6
                  DISTINCIÓN: 1° Premio
                  CUENTO: El camino de Bifrost
                  SEUDÓNIMO: Atenea
                  AUTORA: Catalina Cosaka
                  GRADO: 6º B


                                                   El camino del Bifrost

                  Era  tarde,  como  siempre  Alex  se  había  quedado  más  de  lo  esperado,  y  ellos  habían
                  aparecido. Tendría que haberlo sabido, ellos siempre aparecían… Volvía a su casa, un
                  humilde edificio en las afueras de la ciudad de Brooklin, con un caminar inseguro y un ojo
                  morado. Lo habían vuelto a golpear, siempre lo golpeaban, fuera por el verde de su pelo,
                  el  violeta  de  sus  ojos  o  simplemente  porque  no  tenían  nada  mejor  que  hacer.  Tenía
                  dieciséis años y medía 1.82 de alto, pero aún así era flaco y débil.

                  Llego  al  Nº  37  de  Mitchtell  Town,  su  hogar.  Subió  los  siete  pisos,  tres  por  escalera  y
                  cuatro  por  ascensor.  Cuando  llegó  al  séptimo  se  paró  frente  a  la  puerta  y  respiró.  No
                  quería que su madre lo viera así. Tomó la llave que estaba detrás de un cuadro, abrió la
                  puerta y volvió a ponerla en su lugar.

                  La casa estaba en silencio. No era un lugar grande ni lujoso pero era su hogar, así que lo
                  cuidaban lo mejor posible. Había una luz encendida en la cocina. Decidió rodearla, porque
                  no quería encontrarse con su madre y tener que explicarle todo. Su habitación tenía una
                  cama y un armario; no se podía decir que  era una suite de hotel pero a Alex le agradaba
                  porque le ayudaba a pensar. Dejó todo sobre la cama y salió por la ventana hacia una
                  escalera de servicio, y como siempre subió a la azotea. Le encantaba estar ahí, podía ver
                  todo, se sentía… poderoso.

                  Se quedó mirando el horizonte preguntándose qué habría más allá.De repente escuchó
                  un ruido, un ruido bastante leve pero reconocible. Se dio vuelta y se encontró cara a cara
                  con  una  puerta  de  ascensor.  Dos  láminas  de  metal  pintadas  de  negro  que  yacían  ahí
                  mismo… en el techo de una azotea.

                  Alex se quedó petrificado, ¡eso no podía ser real! El susto más grande vino cuando las
                  dos  puertas  de  ascensor  se  abrieron  y  revelaron  un  arcoíris,  pero  no  era  cualquier
                  arcoíris, Alex no lo sabría hasta más tarde, pero ese arcoíris en realidad era el Bifrost, el
                  puente de arcoíris mágico de la mitología nórdica que conecta nuestro mundo con el de
                  los  dioses  de  Asgard.  Lo  que  Alex  tampoco  sabía  era  que  el  Bifrost  sólo  se  mostraba
                  frente a alguien que hubiera sido elegido.

                  Alex puso un pie del otro lado del “ascensor” y antes de que pudiera pensarlo mejor el
                  puente lo absorbió y todo se volvió negro.

                  Despertó en una habitación que definitivamente no era la suya, y al mirar por la ventana
                  también se dio cuenta que definitivamente no estaba en Brooklin. Se levantó y salió de
                  esa habitación. El pasillo estaba lleno de gente pero sólo un pequeño grupo de personas
                  se  dio  cuenta  de  su  presencia.  Se   acercaron.  Alex  pensó  en  retroceder  pero  se  dio
                  cuenta que no sería muy bien visto, así que dejó que se acercaran. Llegaron a su lado y
                  comenzaron  a presentarse:  sus  nombres  eran  Jack,  Elise  y  Peter.  No parecían  mucho
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