Page 54 - III Concurso Literario
P. 54
quedaba solo, en el recreo comía mis galletitas en un rincón, en la mesa del comedor era
el único que me sentaba en una mesa aparte. A veces intentaba integrarme con mis
compañeros pero me echaban, no había forma. También intentaba contárselo a las
maestras, pero me tomaban de buchón. Luego iba a mi casa donde cenaba y me
acostaba a dormir. Los fines de semana todos mis compañeros se juntaban en alguna
casa, pero yo era el único al que no invitaban.
Al poco tiempo, nació mi hermanito menor, llamado Martín. De ahí en más mis papás me
dejaron de prestar atención, ahora todo su tiempo lo dedicaban en mi hermano.
Una tarde, haciendo la tarea, se me ocurrió una idea; cambiarme de colegio. Cuando se lo
dije a mis papás, me dijeron que sí. Me emocioné tanto que me puse a llorar de la alegría.
Martín se contagió y empezó a llorar. Mis papás trataron de consolar a mí hermanito
pequeño y luego de eso, me preguntaron qué es lo que me había hecho llegar a esa idea.
Les conté mi rutina y ellos me contestaron:
-Mirá hijo, desde la semana 39 nos dimos cuenta de que tenías algo raro en tu espalda.
No nos preocupamos porque cada uno es único en su parte física y emocional. Pero no te
preocupes, nosotros lo vamos a evaluar y vamos a considerar tu pedido, aunque a
nosotros nos guste ese colegio.
Esa vez sentí que era la primera vez que me escuchaban desde que había nacido Martín.
¡Estaba contento! Todos los días pensaba en que iba a llegar el día en que no fuera más
a ese maldito colegio.
En la última semana de clases, les conté a mis compañeros que me iba a cambiar de
escuela. Mis amigos se pusieron muy mal. Dijeron que me iban a extrañar y lloraron. A mí,
algo no me cerraba; me habían tratado mal durante todo el año pero cuando me iba se
angustiaban.
Esa misma noche me encontraba en otro lugar, no sé bien dónde. Sentí que mi espíritu se
había ido al cielo y otro yo había venido a ocupar mi cuerpo, solo por la noche, pero no
estoy muy seguro. Era raro, nunca me había pasado. Ahí escuché una voz diciéndome:
-Préstame mucha atención Santino, yo estoy en el futuro, en otro espacio y paso por los
mismos problemas que vos. Tus amigos se pusieron mal cuando les contaste que te ibas
a cambiar de colegio porque la gente empieza a valorar las cosas cuando las pierde. Ellos
ni siquiera se fijaron en tu personalidad, solo se fijaron en que tenías alas y eras anormal
según ellos. Ahora aprovecha esta nueva situación y sabe que vas a formar por lo menos
una nueva amistad en el nuevo colegio. Si querés contarme algo antes de irte a dormir,
contame tu problema y yo te voy a ayudar de alguna manera. No siempre te vas a dar
cuenta de que yo te di la solución pero yo siempre estuve, estoy y voy a estar presente en
tu vida.
Me asombré, pero me gustó su consejo. Aprendí que hay que valorar las cosas antes de
perderlas así después no me lamento. Ahora sí me sentía apoyado, estaba bueno.
Estuve todo el verano tirado en mi cama viendo tele. Esperaba muy ansiosamente que
llegara marzo para conocer a mis nuevos compañeros y formar verdaderas amistades.
Siempre que estaba de vacaciones no quería que llegaran las clases porque iba a tener
que estudiar, pero esta vez no me importaba si tenía que estudiar o no.