Page 89 - Casados o Cansados
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su carrito llenándolo de todo lo bueno y el marido tras ella haciendo los
                        cálculos de lo que está gastando, subiéndole la tensión. Por fin, cuando

                        el carrito ya se llenó, se le ve una sonrisa al pensar que ya terminaron,
                        pero  rápidamente  la  sonrisa  desaparece  de  su  rostro  pues  ella  agarró
                        otro  carrito nuevo para llenarlo también.

                                Otra  de las cosas que estremece al hombre es cuando la mujer le
                        pide que limpie la casa o que lave los platos, normalmente se sentirá
                        asfixiado al contemplar la tarea que tiene por delante. "Yo se que hay
                        hombres que les gusta lavar, cocinar, planchar, pero creo que eso es
                        porque son la reencarnación de una mujer". Y en el  caso de que él
                        colabore en el hogar, normalmente su ayuda es acompañada de quejas y
                        muchas preguntas: ¿qué hay que hacer? ¿Cómo se hace esto? ¿Por qué
                        no lo dejamos para mañana? ¿A dónde se pone esto?

                                Con la mujer no es así, ella es capaz de hacer varias cosas a la
                        vez,  sin  preguntas  ni  quejas,  manifestando  mucha  satisfacción.  Por
                        ejemplo, una mujer puede hablar por teléfono con su mamá agarrando
                        al bebé con la otra mano y, a la vez, moviendo la olla para que no se
                        queme la comida, con el pie estará raspando un chicle que se pegó en el
                        piso y con los ojos observando a la muchacha de servicio que no robe.
                        Ella hará todo simultáneamente y con éxito. Imagínense que de repente
                        suene el intercomunicador y una amiga le pide que por favor baje un
                        minuto; ella llamará al esposo y le dirá: agarra al bebé para que no llore,
                        sigue por favor la conversación con mi madre, mueve  la comida para
                        que no se pegue, y tù que tienes zapatos fuertes, por favor dale duro a
                        este chicle y no te olvides de observar a la muchacha de servicio, no
                        vaya a ser que……. tú sabes.

                                Les  aseguro  que  no  pasarán  ni  10  segundos  cuando  el  hombre
                        trancará el teléfono dejando a la suegra hablando sola, pondrá al bebè
                        en su cuna y lo callará con el chupòn, y la mejor solución para que no
                        se pegue la comida es apagar el fuego, el chicle...que espere y respecto
                        a la muchacha de servicio, todo lo que se lleve que sea  kapará por toda
                        la    familia  y  rápidamente  saldrá  corriendo  por  la  escalera.  La  mujer
                        sorprendida ante la reacción le preguntará  “¿a dónde te vas?” a lo que
                        él exclama “¡minjà, minjà!” “-pero si todavía no es la  hora!”-, -es que
                        hay una charla antes, adios”.
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