Page 15 - Conscientes y atentos
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• Observa las sensaciones que genera tu acción: ¿te desa-
                    grada? El cambio ¿es una sorpresa agradable o una difi-
                    cultad que te roba tiempo?
                  • Liberarse de la rutina que nos hemos creado, nos estimula-
                    rá a vivir en el momento presente y nos hará involucrarnos
                    de una manera novedosa en una actividad que se había
                  Muestra gratuita
                    convertido en un hábito sin darnos cuenta.
                  • Cambiar las cosas pequeñas de nuestras vidas podría ani-
                    marnos y hacernos capaces de cambiar los hábitos más
                    radicales y dañinos como son la dependencia del tabaco
                    o del alcohol, estar enganchados a comprar o al juego y
                    las apuestas.
                  • Conscientes del momento, podríamos centrarnos en lo
                    que habitualmente decimos o pensamos sobre nosotros
                    mismos o sobre los demás, dañinas o falsas, pero que se
                    han convertido en parte de nuestro modo de pensar.
                                 i






                 S Respira hondo

                      Por eso os digo: no andéis agobiados por la vida pensan-
                      do qué vais a comer o a beber, ni por el cuerpo, pensan-
                      do con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el
                      alimento, y el cuerpo más que el vestido? Fijaos en las
                      aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en
                      graneros, y sin embargo, vuestro Padre del cielo las ali-
                      menta. ¿No valéis vosotros más que ellas? ¿Quién de vo-
                      sotros puede, a fuerza de agobiarse, prolongar un rato la
                      vida? ¿Por qué os angustiáis por el vestido? Observad
                      cómo crecen los lirios silvestres, sin trabajar ni hilar. Os
                      aseguro que ni Salomón, con todo su fasto, se vistió como
                      uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy crece
                      y mañana la echan al horno, Dios la viste así, ¿no os
                      vestirá mejor a vosotros, desconfiados? En conclusión, no
                      os angustiéis pensando: qué comeremos, qué beberemos,

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