Page 18 - tan bueno como el pan
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                     El joven padre Pane













                     La Spezia: última etapa de su preparación sacerdotal

                        Don Bosco dispuso que Carlos Pane se quedara con los Salesianos de Génova, mientras
                     pensaba en un nuevo destino para él. Por entonces se pensaba abrir una nueva casa
                     salesiana en La Spezia, una localidad costera ubicada a poco más de cien kilómetros al
                     sureste de Génova. Don Bosco pensó en Pane para aquella tarea. Bajo la dirección del
                     padre Ángel Rocca como director, y con el clérigo Carlos Pane como administrador, el
                     grupo de salesianos llegó a La Spezia el 10 de diciembre de 1877.

                        Los vecinos se asombraron de la juventud de los nuevos salesianos. Los apodaron “i
                     pretini” (“los curitas”), apelativo que hasta ahora conservan los hijos de Don Bosco en
                     aquella localidad.
                        En La Spezia, Pane pasó su última temporada de preparación para convertirse en
                     sacerdote.

                        Desde su entrada al Oratorio de Turín en 1871, había vivido todo un proceso de
                     formación y reflexión personal sobre su vocación sacerdotal. Tanto entonces, como hoy,
                     abrazar la vida religiosa no era una opción fácil. Durante el siglo XIX se habían difundido
                     ampliamente en Europa y en América muchas ideas anticlericales; es decir, contrarias a la
                     Iglesia Católica. En muchos ambientes existía incluso una actitud hostil ante todo lo que
                     significara el catolicismo. La Unificación Italiana hizo que muchos de los compatriotas
                     de Pane vieran a la Iglesia como una enemiga, ya que el Papa había sido opositor a la
                     formación del Reino de Italia. Por eso, cuando murió el papa Pío IX en 1878, un grupo de
                     romanos anticlericales atacó el cortejo fúnebre que llevaba sus restos desde la Basílica de
                     San Pedro hasta la Basílica de San Pablo Extramuros, con la intención de lanzar el cadáver
                     del pontífice al río Tíber.








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