Page 27 - Microsoft Word - Gabriel Silva - Geometria sagrada de las piramides.docx
P. 27

intenciones y gran número de individuos, como para moldearlos en tres o cuatro generaciones, dándoles todo el bagaje
           cultural traído de no se sabe dónde (la teoría extraterrestre).

               De todos modos, las deducciones geológicas demuestran algo muy diferente: Las pirámides y todos esos complejos
           fueron construidos mucho antes que los usaran los aborígenes de Centroamérica. Estamos en las mismas que en Egipto y
           en  Perú.  Lo  objetivamente  analizable  demuestra  que  las  pirámides  de  México  son  muchísimo  más  antiguas  que  los
           pueblos  de  los  que  quedan  rastros  y  un  poco  de  historia  conocida.  La  mayoría  de  las  pirámides  mexicanas  son  tan
           anacrónicas  con  los  mayas  y  aztecas,  como  puede  serlo  el  Boeing  747  con  los  pueblos  yonomanis  o  macuxíes  del
           Amazonas; anacrónicas como son las Pirámides de Gizéh con los egipcios. Pudieron haber desarrollos civilizatorios muy
           diferentes en la misma época, pero no compartiendo incluso el mismo lugar. O sea que los constructores de pirámides
           fueron unos en un tiempo. Los otros vinieron mucho después, cuando las pirámides y otras construcciones ya eran viejas y
           estaban abandonadas.

               Por  si  fueran  pocas  estas  cuestiones,  hay  arqueólogos,  geólogos  y  topógrafos  que  afirman  que  la  construcción  del
           Teotihuacán exigió, antes de poner la primera piedra, una total transformación de la región, que era un valle pantanoso y
           debió costar movimientos de tierras de más de mil millones de metros cúbicos, sólo para drenar las aguas. El río San Juan,
           que atraviesa el complejo casi en el extremo, es según algunos hidrólogos un cauce muy modificado artificialmente, con lo
           que curiosamente están de acuerdo algunos arqueólogos.
               Teniendo  en  cuenta  los grabados  y  estatuillas  en  territorio  maya,  que  representan  palas  mecánicas  y  topadoras, no
           podemos menos que suponer su existencia, en una época muy anterior a los propios mayas. Estos, como los aztecas y los
           egipcios, tenían por costumbre dejar bien claro quién hacía tal o cual cosa. Los constructores de pirámides no nos dejaron
           su tarjeta, sino sus obras, con su carga fantástica de conocimientos. Sin dibujos ni escritos, simples obras para deducir
           física y matemáticamente en base a los números Sagrados, que se hallan en toda la Naturaleza.

               Tanto por los métodos constructivos, la matemática y astronomía aplicada, como por otras implicaciones que veremos
           en el capítulo de física, sabemos que no pudieron jamás unos nómades cazadores y recolectores hacer esas obras. Las
           incongruencias  en  las  teorías  dicen  de  la  historia  oficial  realmente  lo  que  es:  Un  cuento  absurdo  que  los  tiranos
           académicos no quieren cambiar. Las evidencias no nos terminan de aclarar las cosas, pero todas las asignaturas exactas y
           hasta la física cuántica, demuestran que la versión oficial es inválida. Sin embargo es más fácil cambiar de lugar la Gran
           Pirámide que hacer cambiar los libros que ya no valen, que están caducos por ser un cúmulo de errores.
               En parte, el objetivo de este libro se plantea como tal tamaña empresa y sé que aparecerán críticas o simplemente
           indiferencia por parte de la oficialidad y sus creyentes. Pero el objetivo principal es despertar el sentido crítico en los que
           no están imbuidos en los intereses académicos, políticos y económicos de esa oficialidad pseudocientífica, a fin de que en
           algunas  décadas  más,  el  mundo  pueda  aprovechar  el  legado  científico  y  mágico  de  las  pirámides  y  de  muchas  otras
           reliquias antiguas. Para ello, es imprescindible acabar con la burda idea de que las pirámides eran tumbas, porque en esa
           creencia es donde está sepultado el sentido común.

               En tal idea aberrante está sepultada para muchísimas personas, la posibilidad de usar las pirámides como muchos las
           usamos, para curarnos de algunas enfermedades y para prevenir otras que no es posible adquirir para quien duerme o
           vive en una pirámide. Debemos a esa falacia de las "pirámides como tumbas", que muchísima gente tenga miedo a usarlas
           o  tan siquiera  experimentar con  ellas.  Una de  las más  espantosas  mentiras científicas  oficiales de  nuestra  historia,  es
           suponer fuera de toda lógica -y hasta negar sin fundamento las pruebas en contra- que las pirámides, aparatos construidos
           para alargar la vida física, mejorar la vida mental y espiritual de los vivos, hayan sido hechas para guardar cadáveres.

               Ni siquiera los pueblos antiguos conocidos, en sus etapas de mayor estupidez colectiva, habrían hecho para los muertos
           lo que tan bien sirve a los vivos. Esos pueblos vivieron durante milenios, dejaron obras magníficas, tanto templos como
           otras construcciones. Dejaron un legado cultural no menos apreciable que el legado anterior de las pirámides, de modo
           que no eran idiotas capaces de trabajar en lo casi imposible para enterrar a un señor, por más faraón que fuese. Para
           colmo de menosprecio a la sapiencia, se leen en manuales y en páginas de internet estas cosas (referida a la Pirámide
           Acodada):














                             Pirámide Acodada, en Dashur, supuesta chapuza de los arquitectos de Snefru.
   22   23   24   25   26   27   28   29   30   31   32