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carácter tan humano como el más cruel de los hombres. ¿Pero cómo podrían los futuros arqueólogos darse cuenta de
           esto, si no hallasen La Biblia, El Corán, El Pentateuco o no los pudieran traducir completamente?
               Y  ya  tendrían  que  hilar  muy  fino  para  comprender  que  en  el  fondo, esos  libros  definen  nuestra  actual circunstancia
           político-económica, cuando ni siquiera la masa de esta civilización sabe que tras los planes económicos internacionales
           están  los  mandamientos  religiosos  de  las  sectas  mayoritarias,  en  mucho  contradictorios  con  los  mandamientos  de  los
           dioses representados... ¿Cómo podrían llegar a descubrir esas "realidades históricas" que nos toca vivir a nosotros, a partir
           de unos pocos escritos, estatuas y construcciones?.

               Los antiguos egipcios, con una situación religiosa más clara y menos malévola, son hoy muy mal interpretados. Ellos
           nunca  creyeron  en  "muchos  dioses"  en  el  sentido  deontológico  y  metafísico,  pero  evidentemente  representaban  a
           diferentes "deidades" en un sentido alegórico, sin menoscabo de una doctrina o conocimiento respecto a un Dios Único y
           Universal, tal como podemos verle en la mitología más tardía, representado en Ra. De todas las interpretaciones dadas a
           las deidades, la más lógica y con verdadero sentido, vigente aún para nosotros cuando la comprendemos, es el mito de
           Osiris.
               Pues de mito tiene bien poco, puesto que además de que evidentemente existió alguien así llamado que dio a aquel
           pueblo una serie de conocimientos científicos y sus métodos de aplicación, también ha quedado en Osiris una alegoría
           muy  importante.  La  alegoría  no  es  un  «mito»,  sino  una  expresión  filosófica  figurada  con  elementos  sustantivos,  o  un
           conocimiento representado en una imagen. En este caso, OSIRIS representa justamente el CONOCIMIENTO, que SET
           (alegoría de la perfidia, la maldad y la destrucción), al destruirle -o destruir la civilización portadora del conocimiento- le
           desparrama por todo el mundo. ISIS, alegoría perfecta de la CIENCIA, que es «hermana y esposa» del CONOCIMIENTO,
           debe reunir todas las partes dispersas y resucitarlo.

               Los  egipcios  representaron  esos  términos  subjetivos  con  figuras  humanas,  pero  de  ningún  modo  significa  esto  que
           hayan  "adorado  a  ISIS  y  OSIRIS"  más  que  lo  que  puede "adorarse  a  Einstein",  aunque  sea  hoy  un  "paradigma  de  la
           ciencia" (y no precisamente muy justificado, según Iwoshima y Nagashaki). Creo que las otras interpretaciones son más
           producto  de  la  puerilidad  de  los  intérpretes  que  de  la  mentalidad  egipcia  antigua,  cuyos  conocimientos  astronómicos,
           filosóficos, metafísicos, matemáticos, etc., aunque insuficientes para construir grandes pirámides, eran suficientes como
           para no concordar con las interpretaciones modernas de su pensar, que los rebajan a un nivel apenas sobre los trogloditas.

               A  partir  de  esta  importante  clave  alegórica,  puede  el  investigador  continuar  una  vía  de  interpretación  más  lógica,
           analizando  los  caracteres  y  funciones  de  las  demás  «deidades»,  las  cuales  -al  menos  en  su  origen-  no  son  dioses
           antropomórficos aunque así se los represente, en honor a aquellos que contribuyeron al desarrollo de la civilización. Es
           posible que -como creen algunos antropólogos-, los egipcios hayan adoptado algunas de estas alegorías en las cualidades
           de  la  monarquía,  en  algún  momento  de  su  historia,  pero  más  probable  es  que  las  causas  de  esas  pautas  estuvieran
           definidas  por  otros  factores,  ya  que  el  considerar  lo  anterior  como  posible  a  lo  largo  de  toda  la  civilización  egipcia,
           implicaría  asignar  a  estos  pueblos  un  carácter  pueril,  degenerado  e  involutivo,  mientras  que  sabemos  que  sus
           conocimientos, si bien desarrollados en lo tecnológico de un modo diferente, eran realmente profundos en lo filosófico,
           espiritual y psicológico.

               Muchos ven en la pareja faraónica, una constante incestuosa como representación obligada del aparente incesto de
           OSIRIS e ISIS, pero si acaso realmente hubo parejas gobernantes incestuosas (un tanto dudoso aunque Akenatón parece
           ser el más evidente), también es probable que hubiera parejas de hermanos gobernantes, sin que estos fueran esposos ni
           durmieran  juntos.  En  realidad  había  otros  motivos  a  tener  en  cuenta  para  cualquiera  de  estas  posibilidades.  El  más
           importante y casi nunca comentado en las modernas enseñanzas, es que el pueblo egipcio actual es el más «homogéneo»
           de la historia, pues desde cinco milenios atrás vienen acortándose las diferencias étnicas de al menos cuatro grandes
           tipologías, que definieron las castas, dadas sus grandes diferencias intelectuales, arrastre cultural y carácter psicológico.

               Los rasgos de la casta gobernante, tanto los pintados como los de las momias en mejor estado de conservación, así
           como  las  máscaras  y  esculturas,  denotan  -incluso  para  el  observador  menos  instruido  en  antropología-  diferencias
           fenotípicas claras respecto al pueblo llano y entre éste mismo, representado también en innumerables dibujos y momias de
           segunda o tercera importancia. Este pueblo, también presenta tres etnias bien diferenciadas, aunque en muchos dibujos
           figuren en un mismo plano de actividad. Tenemos dibujos de arábigos blancos de cráneos dolicocéfalos y otros de tez más
           oscura  y  ojos  algo  más  oblicuos,  que  sin  embargo,  no  248  son  amarillos,  pues  tienen  cráneo  casi  dolicocéfalo,  pero
           estaturas  iguales  a  los  demás  grupos,  nariz  prominente  y  piernas  más  largas  que  los  demás,  lo  que  también  puede
           verificarse en las momias de menores jerarquías.

               Es curioso que nunca se hayan hecho estudios de ADN, aunque se los anuncia permanentemente, como próximos a
           realizarse.  Habiendo  material  de  sobra  para  ello,  no  se  ha  difundido  nada  con  participación  de  grupos  de  genetistas
           internacionales. La tercera casta (en igualdad de derechos con las otras dos, pero no de ciertas funciones) son los negros.
           Hubo una clara relación de armonía entre los reinos del sur, de raza negra y los del norte, egipcios.  Mientras que los
           negros  etíopes,  al  parecer  de  gran  capacidad  intelectual,  tenían  una  sola  raza,  los  egipcios  aglutinaban  dos  -negra  y
           blanca-, y la blanca dividida en tres grupos claramente diferenciados, no tanto en caracteres físicos, pero si en caracteres
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