Page 93 - Microsoft Word - Gabriel Silva - Geometria sagrada de las piramides.docx
P. 93
carácter tan humano como el más cruel de los hombres. ¿Pero cómo podrían los futuros arqueólogos darse cuenta de
esto, si no hallasen La Biblia, El Corán, El Pentateuco o no los pudieran traducir completamente?
Y ya tendrían que hilar muy fino para comprender que en el fondo, esos libros definen nuestra actual circunstancia
político-económica, cuando ni siquiera la masa de esta civilización sabe que tras los planes económicos internacionales
están los mandamientos religiosos de las sectas mayoritarias, en mucho contradictorios con los mandamientos de los
dioses representados... ¿Cómo podrían llegar a descubrir esas "realidades históricas" que nos toca vivir a nosotros, a partir
de unos pocos escritos, estatuas y construcciones?.
Los antiguos egipcios, con una situación religiosa más clara y menos malévola, son hoy muy mal interpretados. Ellos
nunca creyeron en "muchos dioses" en el sentido deontológico y metafísico, pero evidentemente representaban a
diferentes "deidades" en un sentido alegórico, sin menoscabo de una doctrina o conocimiento respecto a un Dios Único y
Universal, tal como podemos verle en la mitología más tardía, representado en Ra. De todas las interpretaciones dadas a
las deidades, la más lógica y con verdadero sentido, vigente aún para nosotros cuando la comprendemos, es el mito de
Osiris.
Pues de mito tiene bien poco, puesto que además de que evidentemente existió alguien así llamado que dio a aquel
pueblo una serie de conocimientos científicos y sus métodos de aplicación, también ha quedado en Osiris una alegoría
muy importante. La alegoría no es un «mito», sino una expresión filosófica figurada con elementos sustantivos, o un
conocimiento representado en una imagen. En este caso, OSIRIS representa justamente el CONOCIMIENTO, que SET
(alegoría de la perfidia, la maldad y la destrucción), al destruirle -o destruir la civilización portadora del conocimiento- le
desparrama por todo el mundo. ISIS, alegoría perfecta de la CIENCIA, que es «hermana y esposa» del CONOCIMIENTO,
debe reunir todas las partes dispersas y resucitarlo.
Los egipcios representaron esos términos subjetivos con figuras humanas, pero de ningún modo significa esto que
hayan "adorado a ISIS y OSIRIS" más que lo que puede "adorarse a Einstein", aunque sea hoy un "paradigma de la
ciencia" (y no precisamente muy justificado, según Iwoshima y Nagashaki). Creo que las otras interpretaciones son más
producto de la puerilidad de los intérpretes que de la mentalidad egipcia antigua, cuyos conocimientos astronómicos,
filosóficos, metafísicos, matemáticos, etc., aunque insuficientes para construir grandes pirámides, eran suficientes como
para no concordar con las interpretaciones modernas de su pensar, que los rebajan a un nivel apenas sobre los trogloditas.
A partir de esta importante clave alegórica, puede el investigador continuar una vía de interpretación más lógica,
analizando los caracteres y funciones de las demás «deidades», las cuales -al menos en su origen- no son dioses
antropomórficos aunque así se los represente, en honor a aquellos que contribuyeron al desarrollo de la civilización. Es
posible que -como creen algunos antropólogos-, los egipcios hayan adoptado algunas de estas alegorías en las cualidades
de la monarquía, en algún momento de su historia, pero más probable es que las causas de esas pautas estuvieran
definidas por otros factores, ya que el considerar lo anterior como posible a lo largo de toda la civilización egipcia,
implicaría asignar a estos pueblos un carácter pueril, degenerado e involutivo, mientras que sabemos que sus
conocimientos, si bien desarrollados en lo tecnológico de un modo diferente, eran realmente profundos en lo filosófico,
espiritual y psicológico.
Muchos ven en la pareja faraónica, una constante incestuosa como representación obligada del aparente incesto de
OSIRIS e ISIS, pero si acaso realmente hubo parejas gobernantes incestuosas (un tanto dudoso aunque Akenatón parece
ser el más evidente), también es probable que hubiera parejas de hermanos gobernantes, sin que estos fueran esposos ni
durmieran juntos. En realidad había otros motivos a tener en cuenta para cualquiera de estas posibilidades. El más
importante y casi nunca comentado en las modernas enseñanzas, es que el pueblo egipcio actual es el más «homogéneo»
de la historia, pues desde cinco milenios atrás vienen acortándose las diferencias étnicas de al menos cuatro grandes
tipologías, que definieron las castas, dadas sus grandes diferencias intelectuales, arrastre cultural y carácter psicológico.
Los rasgos de la casta gobernante, tanto los pintados como los de las momias en mejor estado de conservación, así
como las máscaras y esculturas, denotan -incluso para el observador menos instruido en antropología- diferencias
fenotípicas claras respecto al pueblo llano y entre éste mismo, representado también en innumerables dibujos y momias de
segunda o tercera importancia. Este pueblo, también presenta tres etnias bien diferenciadas, aunque en muchos dibujos
figuren en un mismo plano de actividad. Tenemos dibujos de arábigos blancos de cráneos dolicocéfalos y otros de tez más
oscura y ojos algo más oblicuos, que sin embargo, no 248 son amarillos, pues tienen cráneo casi dolicocéfalo, pero
estaturas iguales a los demás grupos, nariz prominente y piernas más largas que los demás, lo que también puede
verificarse en las momias de menores jerarquías.
Es curioso que nunca se hayan hecho estudios de ADN, aunque se los anuncia permanentemente, como próximos a
realizarse. Habiendo material de sobra para ello, no se ha difundido nada con participación de grupos de genetistas
internacionales. La tercera casta (en igualdad de derechos con las otras dos, pero no de ciertas funciones) son los negros.
Hubo una clara relación de armonía entre los reinos del sur, de raza negra y los del norte, egipcios. Mientras que los
negros etíopes, al parecer de gran capacidad intelectual, tenían una sola raza, los egipcios aglutinaban dos -negra y
blanca-, y la blanca dividida en tres grupos claramente diferenciados, no tanto en caracteres físicos, pero si en caracteres