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psicológicos  e  intelectuales.  Los  etíopes  pudieron  conformar  una  nación  o  reino  no  hereditario,  sino  comunitario,
           asambleario, en que los gobernantes debían pasar duras pruebas antes de acceder al poder. También, una vez en el
           gobierno, el contacto con el pueblo era obligatorio, cosa que no ocurre tan así en las actuales democracias. Debía el rey
           escuchar y tratar a todos por igual, siendo en África, un ejemplo histórico digno de mención. Pero esto no era posible en
           Egipto, ya que no había la coherencia o la casi igualdad que puede determinarse en una sociedad monoétnica.

               El  caso  es  que  si  una  casta  gobernante  visible,  -a  diferencia  de  las  actuales,  que  son  mayormente  charlatanes
           ignorantes  dirigidos  por  sabios  ocultos-  tenía  un  coeficiente  intelectual  superior  a  las  demás,  lo  más  lógico  es  que  la
           monarquía  -como  en  casi  todos  los  tiempos-  fuera  de  carácter  hereditario.  Además,  las  democracias  como  forma  de
           gobierno, científicamente aberrantes y políticamente engañosas (puesto que el verdadero control político se hace desde
           los centros de decisión económica) son algo muy nuevo. No es de esperar que en un sistema político de  castas muy
           diferentes, pueda darse una verdadera democracia representativa de todos los sectores. En primer lugar porque las castas
           de  menores  capacidades  intelectuales  raramente  producirían  un  individuo  con  capacidad  intelectual  y  pensamiento
           subjetivo  suficiente  como  para  dirigir  correctamente  a  un  pueblo,  ni  siquiera  para  "conquistarlo"  y  llegar  al  poder,
           asegurando a los más inteligentes el bienestar. No confundir en este caso "castas" con "razas". Tanto los constructores de
           pirámides como sus herederos de Egipto y Mesoamérica dejaron muestras de una mejor calificación de los políticos, que
           supieron mantener por milenios sus culturas. Cabe destacar que al margen de las susceptibilidades personales o prejuicios
           étnicos, hay Leyes Naturales inmutables y una de ellas es la de Selección.

               En las relaciones humanas y en la política, esta Ley puede observarse con toda su fuerza, especialmente entre los
           pueblos  antiguos,  cuyos  poderosos  eran  visibles,  y  no  como  ahora  que  son  ocultos.  Una  de  las  más  importantes
           observaciones es que los pueblos de cualquier etnia, si no tienen un buen número de individuos de intelecto superior a 120
           ó  130  C.I.,  no  pueden  generar  Estados,  crear  una  civilización  y  evolucionar,  sino  que  apenas  pueden  formar  tribus,
           establecer unas pautas de convivencia y permanecer así mientras que no hayan influencias externas que les aglutinen y
           gobiernen  -como  hizo  la  casta  gobernante  indoaria  en  Egipto  o  los  Inkas  (de  origen  Vikingo)  en  América-  o  que  les
           destruyan, masacren, exploten y absorban genéticamente a un mínimo porcentaje, como hicieron los europeos en América
           desde el s.XVI. El coeficiente intelectual calculado para los egipcios de la IV Dinastía, mediante las expresiones artísticas,
           la arquitectura y la organización administrativa (sin contar con la cuestión de las pirámides), sería cercano al 120 C.I., pero
           no sólo para los gobernantes, sino más o menos homogéneo en la población. Aún así, insuficiente para desarrollar altas
           tecnologías.

               Los constructores de las pirámides debieron superar los 160 C.I., es decir en el escalafón de "genios" en nuestra cultura,
           sólo para poder construirlas, mientras que su diseño ha requerido dos condiciones. a) Un Coeficiente Intelectual superior a
           180 en algunos individuos b) La experiencia y apoyo de una sociedad con 160 C.I. y varios milenios de acumulación de
           conocimientos. Dejando al margen a USA, con menos de 110 promedio y excepciones de más de 150 C.I., actualmente el
           promedio innato de los países desarrollados de Occidente supera el 115 C.I. con un cinco por ciento que llega a 120- 125
           C.I.  y  menos  del  uno  por  mil  que  supera  el  130/140  C.I.,  pero  la  masa,  sin  este  pequeño  porcentaje  de  individuos
           diferenciados, y sin la herencia cultural recibida, entraría en franca involución al estado tribal.
               Si  la  casta  gobernante  en  Egipto  necesitaba  permanecer  en  el  poder  para  mantener  la  cohesión  de  una  nación
           heterogénea, teniendo escasa población (de casta gobernante), pudo haber sido lógico el incesto en casos de extremo
           despoblamiento de la casta inteligente. Así y todo, es dudoso que eso llegara a ocurrir, pero lo obligadísimo estaba en
           mantener una forma política de monarquía hereditaria, cuya sucesión asegurase el mantenimiento de la civilización, a falta
           de mejores posibilidades de mezcla étnica (que no racial, porque las etnias son las divisiones naturales de una misma
           raza). Si consideramos como cierto lo sostenido por la egiptología ortodoxa, que los faraones pudieron hacer obras tales
           como las pirámides de Gizéh, ya queda como absolutamente indiscutible el hecho de las diferencias intelectuales entre las
           castas.

               No obstante, teniendo en cuenta la posibilidad de que los egipcios apenas hayan sido buenos herederos y depositarios
           del conocimiento piramidal (incluso que las hayan refaccionado y aprovechado), igual este uso indica una comprensión
           científica propia de intelectos muy diferentes a las tribus nómades provenientes de la Mesopotamia, o de las llegadas -
           aparentemente- del oeste africano, a causa de la desertización. Cuando dicen que sus dioses les hablan en sueños, como
           el dios Jenum a Ptolomeo V Epifanes en el 187 a. de C., como costa en la Estela del Hambre (dicho sea paso en ella se
           describen más de seiscientos mirales aptos para fabricar piedra artificial) o cuando el dios Sobek (el cabeza de cocodrilo)
           entrega el Ank o “Llave de la Vida” a Amenofis IIIn ¿Por qué hemos de creer que son sólo delirios místicos o alegorías?.
           ¿Acaso no resultaron efectivas las enseñanzas de estos dioses?

               Cuando Toth enseña a los egipcios predinásticos las artes, la escritura, la agricultura y métodos de construcción, hay
           que considerar que un pueblo nómade, recolector y muy primitivo, sólo se puede volver sedentario, constructor, sabio,
           agricultor, literato, instruido en matemáticas y geometría, con un gran desarrollo de ingeniería, etc., merced a que ese tal
           “dios” fue real, no un mito. Otro factor a tener en cuenta, es que en realidad los faraones jamás tuvieron esclavos, aunque
           los ortodoxos, al igual que Hollywood, se empeñen en hacernos creer esta aberración. Si por un lado nos dicen algunos
           ortodoxos  que  los  egipcios  usaban  alguna  forma  de  dinero,  y  que  hasta  se  han  encontrado  "facturas"  de  las  ropas
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