Page 101 - Dune
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en  el  mar  y  en  el  aire.  Aquí,  debemos  desarrollar  algo  que  yo  llamo  el  poder  del
           desierto. Esto puede incluir el poder en el aire, aunque es probable que no sea así.
           Quiero llamar su atención sobre la falta de escudos en los tópteros —agitó la cabeza

           —. Los Harkonnen contaban con una permanente rotación del personal proveniente
           de  otros  planetas  para  algunos  de  sus  puestos  clave.  Nosotros  no  podemos
           permitírnoslo. Cada nuevo grupo de recién llegados tendrá su cuota de provocadores.

               —Entonces deberemos contentarnos con menores beneficios y recolecciones más
           reducidas —dijo Hawat—. Nuestra producción durante las primeras dos estaciones
           deberá ser inferior en un tercio con respecto a la de los Harkonnen.

               —Exactamente  como  habíamos  previsto  —dijo  el  Duque—.  Debemos
           apresurarnos con los Fremen. Querría disponer de cinco batallones de tropas Fremen
           antes de nuestra primera revisión de cuentas de la CHOAM.

               —No es mucho tiempo, Señor —dijo Hawat.
               —No tenemos mucho tiempo, como bien sabes. A la primera ocasión estarán aquí

           con  los  Sardaukar  disfrazados  de  Harkonnen.  ¿Cuántos  crees  que  desembarcarán,
           Thufir?
               —Cuatro o cinco batallones en total, Señor. No más, el transporte de tropas de la
           Cofradía cuesta caro.

               —Entonces,  cinco  batallones  de  Fremen  más  nuestras  propias  fuerzas  serán
           suficientes. Esperen tan sólo a que llevemos algunos prisioneros Sardaukar ante el

           Consejo del Landsraad y veremos si no cambian las cosas… con o sin beneficios.
               —Haremos lo mejor que podamos, Señor.
               Paul miró a su padre, luego a Hawat, consciente repentinamente de la avanzada
           edad del Mentat y del hecho de que el anciano había servido a tres generaciones de

           Atreides. Viejo. Podía leerse esto en el apagado brillo de sus ojos castaños, en sus
           mejillas llenas de surcos y quemadas por exóticos climas, en la redonda curva de los

           ojos, en la fina línea de los resecos labios coloreados por el agrio jugo de safo.
               Demasiadas cosas dependen de un solo hombre viejo, pensó Paul.
               —Estamos sumergidos en una guerra de asesinos —dijo el Duque—, pero aún no
           ha alcanzado toda su amplitud. Thufir, ¿en qué condiciones estamos ahora frente al

           mecanismo Harkonnen?
               —Hemos  eliminado  doscientos  cincuenta  y  nueve  de  sus  hombres  clave,  mi

           Señor. No quedan más de tres células Harkonnen… quizá un centenar de personas en
           total.
               —Esas criaturas Harkonnen que has eliminado —dijo el Duque—, ¿pertenecían a

           la clase de los muy ricos?
               —La  mayor  parte  estaban  bien  situados,  mi  Señor…  en  la  clase  de  los
           capitalistas.

               —Quiero que falsifiques certificados de lealtad con la firma de cada uno de ellos




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