Page 104 - Dune
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—¿Quién es él para decirnos cuáles son los derechos que tenemos sobre Arrakis?
—Se dice que el Duque Leto gobierna con el consenso de sus gobernados —dijo
el Fremen—. Así que debo explicaros cual es para nosotros la situación: una cierta
responsabilidad recae sobre aquellos que han visto un crys. —Miró sombríamente a
Idaho—. Son nuestros. No pueden abandonar Arrakis sin nuestro consentimiento.
Halleck y algunos otros hicieron gesto de alzarse, con expresiones airadas en sus
rostros. Halleck dijo:
—Es el Duque Leto quien determina…
—Un momento, por favor —dijo Leto, y la suavidad de su voz lo retuvo. La
situación no debe escapárseme de la mano, pensó. Se volvió hacia el Fremen—.
Señor, hago honor y respeto la dignidad personal de cualquier hombre que respete mi
dignidad. Tengo una deuda con vos. Y yo pago siempre mis deudas. Si es vuestra
costumbre que este cuchillo permanezca enfundado aquí, entonces soy yo quien
ordena que así sea. Y si hay otro medio de honrar al hombre que ha muerto a nuestro
servicio, no tenéis más que nombrarlo.
El Fremen miró al duque y después, lentamente, apartó su velo, revelando una
delgada nariz, una boca de gruesos labios y una barba de un negro brillante.
Deliberadamente se inclinó sobre la pulida superficie de la mesa y escupió en ella.
—¡Quietos! —gritó Idaho, en el mismo momento en que todos se levantaban de
un salto; y, en el tenso silencio que siguió, dijo—: Te agradecemos, Stilgar, el
presente que nos haces de la humedad de tu cuerpo. Y lo aceptamos con el mismo
espíritu con que ha sido ofrecido —e Idaho escupió en la mesa, ante el Duque.
Mirando a este, añadió—: recordad hasta qué punto es preciosa aquí el agua, Señor.
Esta es una prueba de respeto.
Leto se relajó en su silla y sorprendió la mirada de Paul, la amarga sonrisa en el
rostro de su hijo, sintiendo cómo se relajaba la tensión alrededor de la mesa a medida
que sus hombres iban comprendiendo.
El Fremen miró a Idaho y dijo:
—Te has conducido muy bien en mi sietch, Duncan Idaho. ¿Hay acaso un lazo de
lealtad entre ti y el Duque?
—Me pide que me ponga a su servicio, Señor —dijo Idaho.
—¿Aceptaría él una doble lealtad? —preguntó Leto.
—¿Deseáis que vaya con él, Señor?
—Deseo que seas tú quien tomes tu decisión al respecto —dijo Leto. Y no
consiguió disimular la tensión en su voz.
Idaho estudió al Fremen.
—¿Me aceptarías en estas condiciones, Stilgar? Habrá ocasiones en que tendré
que regresar para servir al Duque.
—Has combatido bien, y has hecho todo lo que has podido por nuestro amigo —
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