Page 109 - Dune
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En aquel primer día en que Muad’Dib recorrió las calles de Arrakeen con su familia,
alguna gente a lo largo del camino recordó las leyendas y las profecías y se aventuró a
gritar: «¡Mahdi!». Pero su grito era más una pregunta que una afirmación, ya que sólo
podían esperar que fuera aquél que les había sido anunciado como el Lisan-al-Gaib, la
Voz del Otro Mundo. Y su atención era atraída también por la madre, porque habían
oído decir que era una Bene Gesserit, y era evidente a sus ojos que era como el otro
Lisan-al-Gaib.
Del Manual de Muad’Dib, por la PRINCESA IRULAN
El Duque encontró a Thufir solo en la estancia de la esquina que le había señalado un
guardia. Se oía el ruido de los hombres que estaban instalando el equipo de
comunicaciones en la estancia vecina, pero aquel lugar era bastante tranquilo. El
Duque miró a su alrededor mientras Hawat se levantaba de detrás de una mesa repleta
de papeles. Era una estancia de paredes verdes, y además de la mesa el único
mobiliario eran tres sillas a suspensor con la «H» de los Harkonnen disimulada
apresuradamente con un toque de pintura.
—Son sillas completamente seguras —dijo Hawat—. ¿Dónde está Paul, Señor?
—Le he dejado en la sala de conferencias. Quiero que descanse un poco sin que
nadie le moleste.
Hawat asintió, avanzó hacia la puerta de la otra habitación y la cerró, ahogando
así el ruido de la estática y los zumbidos electrónicos.
—Thufir —dijo Leto—, los almacenes de especia Imperiales y de los Harkonnen
atraen mi atención.
—¿Mi Señor?
El Duque frunció los labios.
—Los almacenes son susceptibles de destrucción. —Alzó una mano para impedir
a Hawat que hablara—. No, ignora las reservas del Emperador. Incluso él se alegraría
secretamente si los Harkonnen se vieran en problemas. Y, ¿cómo podría protestar el
Barón si resulta destruido algo que oficialmente no puede admitir que posee?
Hawat agitó la cabeza.
—Tenemos pocos hombres, Señor.
—Usa algunos de los hombres de Idaho. Y quizá algunos de los Fremen verían
con agrado un viaje fuera de este planeta. Una incursión sobre Giedi Prime… una
diversión de este tipo comportaría seguras ventajas tácticas, Thufir.
—Como deseéis, mi Señor. —Hawat se volvió, y el Duque notó el nerviosismo
del anciano y pensó: Quizá sospecha que no tengo confianza en él. Debe saber que
he recibido informes privados acerca de la presencia de traidores. Bien, será mejor
calmar sus inquietudes inmediatamente.
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