Page 107 - Dune
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saber si esas bases existen realmente.
—Podría ser peligroso preguntar eso —dijo Hawat—. Duncan ha sido explícito
en una cosa: esas bases, o la idea que representan, tienen un profundo significado
para los Fremen. Podríamos ofender a los Fremen si nos apoderamos de ellas.
Paul observó los rostros de los hombres alrededor de la mesa, notando la
intensidad con que escuchaban las palabras que se pronunciaban. Parecían
profundamente turbados por la actitud de su padre.
—Escúchale, padre —dijo Paul en voz muy baja—. Dice la verdad.
—Señor —dijo Hawat—, esas bases pueden proporcionarnos el material
necesario para reparar el equipo que nos ha sido dejado, pero tal vez estén fuera de
nuestro alcance por razones estratégicas. Sería arriesgado movernos sin tener mayor
información. Ese Kynes arbitra la autoridad del Imperio. No debemos olvidarlo. Y los
Fremen le obedecen.
—Usad entonces la prudencia —dijo el Duque—. Sólo quiero saber si esas bases
existen.
—Como deseéis, Señor —Hawat volvió a sentarse e inclinó la mirada.
—Muy bien, entonces —dijo el Duque—. Todos sabemos lo que nos espera:
trabajo. Estamos preparados para él. Tenemos una cierta experiencia al respecto.
Sabemos cuáles son las recompensas, y las alternativas están suficientemente
clarificadas. Cada cual tiene asignadas sus misiones —miró a Halleck—. Gurney,
ocúpate ante todo de la cuestión de los contrabandistas.
—«Marcharé con los rebeldes que ocupan las tierras áridas» —entonó Halleck.
—Algún día sorprenderé a este hombre sin la menor cita, y será como si estuviera
totalmente desnudo —dijo el Duque.
Sonaron risas alrededor de la mesa, pero Paul las notó forzadas.
Su padre se volvió hacia Hawat.
—Establece otro puesto de mando para las comunicaciones y las informaciones
en esta misma planta, Thufir. Cuando todo esté preparado, quiero verte.
Hawat se alzó, mirando a su alrededor por toda la estancia como si buscara un
apoyo. Después se volvió y se dirigió hacia la salida. Los otros se alzaron
apresuradamente, con gran ruido de correr de sillas, y le siguieron con cierta
confusión.
Todo termina en la confusión, pensó Paul, mirando a los últimos hombres que
salían. Antes, las reuniones terminaban siempre en una atmósfera de decisión.
Aquella reunión parecía haberse derrumbado, gastada por sus propias insuficiencias y
por falta de un acuerdo.
Por primera vez, Paul se permitió pensar en la posibilidad de un fracaso… no
porque tuviera miedo a causa de las advertencias de la Reverenda Madre, sino porque
había evaluado personalmente la situación.
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