Page 102 - Dune
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—dijo el Duque—. Envía copias al Arbitro del Cambio. Sostendremos legalmente la
posición de que estos hombres permanecían aquí bajo falsa lealtad. Confiscaremos
sus propiedades, se lo quitaremos todo, echaremos a sus familias, los desposeeremos
absolutamente. Y asegúrate de que la Corona recibe su diez por ciento. Todo debe ser
completamente legal.
Thufir sonrió, revelando manchas rojizas bajo los labios color carmín.
—Una maniobra digna de un gran señor, mi Duque. Me avergüenzo de no haberla
pensado antes.
Halleck frunció el ceño al otro lado de la mesa, sorprendiendo otra expresión
igualmente ceñuda en el rostro de Paul. Los demás sonreían y asentían.
Es un error, pensó Paul. Lo único que conseguirá será hacer combatir a los
demás con mayor dureza. Verán que no van a ganar nada rindiéndose.
Conocía la actual convención del kanly de no conocer ninguna regla, pero aquel
era el tipo de actuación que podía destruirlos al mismo tiempo que les concedía la
victoria.
—«Yo era un extranjero en tierra extraña» —recitó Halleck.
Paul le miró, reconociendo la cita de la Biblia Católica Naranja y preguntándose:
¿Acaso también Gurney desea poner fin a esas retorcidas intrigas?
El Duque miró hacia la oscuridad al otro lado de las ventanas, y luego bajó los
ojos hasta Halleck.
—Gurney, ¿cuántos de esos trabajadores de la arena has conseguido persuadir
para que se queden con nosotros?
—Doscientos ochenta y seis en total, Señor. Creo que debemos aceptarlos y
considerarnos dichosos por ello. Pertenecen a las categorías más útiles.
—¿Tan pocos? —el Duque se mordió los labios—. Bien, haz decir a todos…
Un ruido al otro lado de la puerta le interrumpió. Duncan Idaho entró abriéndose
camino entre los guardias, se precipitó a lo largo de la mesa y dijo algo al oído del
Duque.
Leto le interrumpió con un gesto.
—Habla en voz alta, Duncan. Puedes ver que es una reunión estratégica del
estado mayor.
Paul estudió a Idaho, notando sus movimientos felinos, aquella rapidez de reflejos
que hacían de él un maestro de armas difícil de emular. El bronceado rostro de Idaho
se volvió en aquel momento hacia Paul, con sus ojos habituados a la oscuridad de las
profundidades de las cavernas sin dar muestras de haberle visto, pero Paul reconoció
aquella máscara de serenidad por encima de la excitación.
Idaho recorrió con la mirada todo lo largo de la mesa y dijo:
—Hemos sorprendido una fuerza de mercenarios Harkonnen disfrazados como
Fremen. Han sido los propios Fremen quienes nos han enviado un correo para
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