Page 99 - Dune
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Un  repentino  silencio  cayó  sobre  la  mesa.  El  Duque  maldijo  por  lo  bajo,  y
           después pensó: No… tienen que afrontar la realidad.
               —Hay en el desierto profundo gusanos que podrían tragarse de un solo bocado

           toda esta factoría —dijo Hawat—. Incluso aquí, en las inmediaciones de la Muralla
           Escudo, donde se extrae la mayor parte de la especia, existen gusanos que podrían
           triturar esta factoría y devorarla en sus ratos libres.

               —¿Por qué no las rodeamos con escudos? —preguntó Paul.
               —Según el informe de Idaho —dijo Hawat—, los escudos son peligrosos en el
           desierto. Incluso un simple escudo corporal bastaría para atraer a todos los gusanos

           existentes en centenares de metros a la redonda. Parece ser que los escudos crean en
           ellos una especie de furia homicida. No tenemos al respecto ninguna razón para dudar
           de la palabra de los Fremen. Idaho no ha visto ninguna evidencia de equipamiento de

           escudos en el sietch.
               —¿Realmente ninguna? —preguntó Paul.

               —Sería más bien difícil esconder ese tipo de material entre un millar de personas
           —dijo Hawat—. Idaho tenía libre acceso a cualquier parte del sietch. No vio ningún
           escudo ni la menor señal de su uso.
               —Esto es un rompecabezas —dijo el Duque.

               —Los  Harkonnen,  en  cambio,  utilizaron  ciertamente  una  gran  cantidad  de
           escudos aquí —dijo Hawat—. Hay depósitos de reparaciones en todos los poblados

           de guarnición, y su contabilidad señala fuertes partidas de gasto destinadas a piezas
           de repuesto para los escudos.
               —¿Es posible que los Fremen posean un medio de neutralizar los escudos? —
           preguntó Paul.

               —Parece  improbable  —dijo  Hawat—.  Teóricamente  es  posible,  desde  luego…
           una contracarga estática podría supuestamente cortocircuitar un escudo, pero nadie ha

           sido nunca capaz de hacer realidad un tal dispositivo.
               —Hubiéramos  oído  hablar  de  él  —dijo  Halleck—.  Los  contrabandistas  han
           estado siempre en contacto con los Fremen, y hubieran comprado una panacea así si
           estuviera disponible. Y no hubieran vacilado en traficar con ella fuera del planeta.

               —No me gusta que cuestiones de esta importancia queden sin respuesta —dijo
           Leto—.  Thufir,  quiero  que  dediques  prioridad  absoluta  a  la  resolución  de  este

           problema.
               —Estamos trabajando ya en él, mi Señor. —Hawat carraspeó—. Ah, Idaho dijo
           algo interesante: dijo que uno no podía engañarse sobre la actitud de los Fremen con

           respecto a los escudos. Dijo que parecían más bien divertidos con ellos.
               El Duque frunció las cejas.
               —El objeto de esta discusión es el equipamiento para la especia —dijo.

               Hawat le hizo un gesto al hombre del proyector.




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