Page 112 - Dune
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llamarlo  para  que  vuelva.  Hay  un  joven  entre  los  hombres  de  Idaho  que  hemos
           adiestrado y que podría ser su sustituto ideal entre los Fremen. Está muy dotado para
           la diplomacia.

               —No  podemos  correr  el  riesgo  de  poner  en  peligro  nuestra  amistad  con  los
           Fremen.
               —Por supuesto que no, Señor.

               —¿Y acerca de Paul?
               —Quizá pudiéramos alertar al doctor Yueh.
               El Duque se volvió, dándole la espalda a Hawat.

               —Lo dejo en tus manos.
               —Usaré la discreción, mi Señor.
               Al menos puedo contar con eso, pensó Leto. Y dijo:

               —Voy  a  dar  una  vuelta.  Si  me  necesitas,  estaré  en  el  interior  del  recinto.  La
           guardia puede…

               —Mi Señor, antes de que os marchéis quisiera que leyerais un filmclip que tengo
           aquí. Es un primer análisis aproximativo de la religión de los Fremen. Recordad que
           me pedisteis que preparara un informe sobre el tema.
               —¿Eso no puede esperar? —dijo el Duque sin volverse.

               —Por  supuesto,  mi  Señor.  Pero  vos  me  preguntasteis  qué  era  lo  que  estaban
           gritando. Era «¡Mahdi!», y esta palabra iba dirigida al joven amo. Cuando ellos…

               —¿A Paul?
               —Sí, mi Señor. Hay una leyenda aquí, una profecía, acerca de la llegada de un
           líder, hijo de una Bene Gesserit, que les guiará hacia la verdadera libertad. Se trata
           del habitual tema del mesías.

               —¿Creen que Paul es este… este…?
               —Tan sólo lo esperan, mi Señor —Hawat le tendió la cápsula del filmclip.

               El Duque la tomó, deslizándola en su bolsillo.
               —Lo veré más tarde.
               —Ciertamente, mi Señor.
               —Por el momento, necesitaré tiempo para… pensar.

               —Sí, mi Señor.
               El Duque hizo una profunda inspiración, y salió de la estancia a grandes pasos.

           Giró a la derecha hacia el vestíbulo, con las manos cruzadas en la espalda, sin prestar
           mucha atención a los lugares por donde iba. Había corredores y escaleras y terrazas y
           salas… gente que le saludaba y se echaba a un lado para dejarle pasar.

               Algún  tiempo  después  regresó  a  la  sala  de  conferencias;  las  luces  estaban
           apagadas y Paul dormía sobre la mesa, con el capote de un guardia cubriéndolo y un
           saco de equipaje sirviéndole de almohada. El Duque avanzó sin hacer ruido hacia el

           fondo de la sala y salió a la terraza que dominaba el campo de aterrizaje. Un guardia,




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