Page 77 - Dune
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La mano derecha de Paul saltó instantáneamente, aferrando el mortal objeto. Este
zumbó y se retorció en su mano, pero sus músculos estaban contraídos
desesperadamente. Con un violento giro, golpeó la punta del objeto contra el metal de
la puerta. Notó cómo el ojo se rompía entre sus dedos, y el buscador murió en su
mano.
Pero siguió sujetándolo fuertemente.
Paul levantó los ojos y se encontró con la mirada impávida y totalmente azul de la
Shadout Mapes.
—Vuestro padre me ha enviado a buscaros —dijo ella—. Hay un grupo de
hombres esperando en el vestíbulo para escoltaros.
Paul asintió, con sus ojos y toda su atención centrada en aquella extraña mujer
vestida con las informes ropas de los siervos. Estaba mirando el objeto que él
apretaba en su mano.
—He oído hablar de ello —dijo—. Me hubiera matado, ¿no es así?
Paul tragó saliva antes de poder hablar.
—Yo… yo era el blanco.
—Pero venía hacia mí.
—Porque te movías —y se preguntó: ¿Quién es esa criatura?
—Entonces, habéis salvado mi vida —dijo ella.
—He salvado nuestras dos vidas.
—Hubierais podido dejar que me atacase y huir —dijo ella.
—¿Quién eres? —preguntó él.
—La Shadout Mapes, el ama de llaves.
—¿Cómo sabías dónde encontrarme?
—Me lo dijo vuestra madre. La encontré en las escaleras que conducen a la
cámara extraña, abajo en el vestíbulo —señaló hacia su derecha—. Los hombres de
vuestro padre están esperando.
Deben ser hombres de Hawat, pensó. Tenemos que descubrir al operador de este
objeto.
—Ve a reunirte con ellos —dijo—. Infórmales de que he cogido un cazador-
buscador en la casa y que deben encontrar al operador. Que registren inmediatamente
toda la casa y los terrenos adyacentes. Ellos saben cómo hacerlo. El operador tiene
que ser seguramente un extraño entre nosotros.
Y se preguntó: ¿No podría ser esa criatura? Pero sabía que no era posible. El
cazador-buscador estaba aún bajo control cuando ella entró.
—Antes de que siga vuestras órdenes, joven señor —dijo Mapes— debo limpiar
el camino entre nosotros. Habéis puesto una pesada carga de agua sobre mí, y no
estoy segura de que pueda soportarla. Pero nosotros los Fremen pagamos nuestras
deudas… sean blancas o negras. Y sabemos que hay un traidor entre los vuestros. No
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