Page 80 - Dune
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Empujó la puerta. Se abrió hacia dentro, revelando una pequeña habitación con
           otra puerta oval en el otro lado. La otra puerta tenía un volante como manija.
               ¡Una compuerta estanca!, pensó Jessica. Bajó la vista y vio una calza caída en el

           suelo de la pequeña habitación. Llevaba la marca personal de Hawat. Debía mantener
           la  puerta  abierta,  pensó.  Alguien  le  dio  probablemente  un  golpe  y  la  hizo  caer
           accidentalmente, y la puerta exterior se cerró con la cerradura a palma.

               Franqueó el umbral y entró en la pequeña habitación.
               ¿Por qué una compuerta estanca en la casa?, se preguntó. Y súbitamente pensó
           en exóticas criaturas aisladas allí en climas especiales.

               ¡Climas especiales!
               Parecía lógico en Arrakis, donde incluso las plantas más secas de otros lugares
           debían ser regadas.

               La puerta a sus espaldas empezó a cerrarse. La detuvo y la bloqueó con la calza
           dejada  por  Hawat.  Después  se  volvió  hacia  la  puerta  interior  con  el  volante,  y

           entonces  vio  una  minúscula  inscripción  grabada  en  el  metal  sobre  la  manija.
           Reconoció las palabras en galach y leyó:
               «¡Oh,  hombre!  He  aquí  una  adorable  porción  de  Creación  de  Dios;  mira,  y
           aprende a amar la perfección de Tu Supremo Amigo»

               Jessica empujó el volante con todo su peso. Se ladeó hacia la izquierda y la puerta
           se abrió. Una ligera brisa rozó su mejilla, acariciando sus cabellos. Notó un cambio

           en el aire, un olor más intenso. Abrió totalmente la puerta, descubriendo una masa de
           vegetación iluminada por una luz dorada.
               ¿Un sol amarillo?, se preguntó. Y luego: ¡Cristal filtrante!
               Avanzó, y la puerta se cerró a sus espaldas.

               —Un invernadero —susurró.
               Estaba  rodeada  de  plantas  y  arbustos  en  macetas.  Reconoció  una  mimosa,  un

           membrillo en flor, un sondagi, una pleniscenta de flores aún en capullo, un akarso
           estriado de verde y blanco… rosas…
               ¡Incluso rosas!
               Se inclinó para respirar la fragancia de un grupo de flores rosadas, después se

           incorporó y miró a su alrededor.
               Un sonido rítmico invadió sus sentidos.

               Apartó una muralla de hojas y miró al centro de la habitación. Descubrió allí una
           fuente baja, con el pilón acanalado. El ruido rítmico era ocasionado por un hilillo de
           agua  que  se  elevaba  formando  un  arco  y  luego  caía  tamborileando  sobre  el  fondo

           metálico de un pilón.
               Jessica  se  situó  en  estado  de  percepción  acrecentada,  e  inició  una  inspección
           metódica del perímetro de la habitación. Parecía tener unos diez metros de lado. Por

           su  situación  en  el  extremo  del  vestíbulo  y  algunas  sutiles  diferencias  en  su




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