Page 75 - Dune
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                                  Muchos  han  hecho  notar  la  rapidez  con  que  Muad’Dib  aprendió  las  necesidades  de
                                  Arrakis.  Las  Bene  Gesserit,  por  supuesto,  conocen  los  fundamentos  de  esta  rapidez.
                                  Para  los  demás,  diremos  que  Muad’Dib  aprendió  rápidamente  porque  la  primera
                                  enseñanza que recibió fue la certeza básica de que podía aprender. Es horrible pensar
                                  cómo  tanta  gente  cree  que  no  puede  aprender,  y  cómo  más  gente  aún  cree  que  el
                                  aprender es difícil. Muad’Dib sabía que cada experiencia lleva en sí misma su lección.

                                                           De La humanidad de Muad’Dib, por la PRINCESA IRULAN



           Paul, en su cama, fingía dormir. Le había sido fácil ocultar el somnífero del doctor
           Yueh, haciendo como que se lo tragaba. Paul contuvo una risita. Incluso su madre

           había creído que dormía. Había sentido deseos de levantarse y pedirle permiso para
           explorar la casa, pero sabía que no se lo habría concedido. Las cosas estaban aún

           demasiado inseguras. No. Había otro sistema mejor.
               Si  salgo  de  aquí  sin  haber  pedido  permiso,  no  habré  desobedecido  ninguna
           orden. Y permaneceré dentro de la casa, donde estoy seguro.

               Oyó  a  su  madre  y  a  Yueh  hablando  en  la  otra  habitación.  Sus  palabras  eran
           indistintas… algo acerca de la especia… los Harkonnen. La conversación crecía y
           disminuía en intensidad.

               La atención de Paul se dirigió a la tallada cabecera de la cama: una cabecera falsa
           fijada  a  la  pared  y  que  ocultaba  los  controles  de  la  estancia.  Era  un  pez  volador
           tallado en madera, con oscuras olas bajo él. Paul sabía que, apretando el único ojo

           visible del pez, accionaba las lámparas a suspensor de la habitación. Una de las olas,
           al ser girada, controlaba la ventilación. Otra regulaba la temperatura.
               Suavemente, Paul se sentó en la cama. Una alta librería ocupaba la pared de su

           izquierda.  Haciéndola  girar  sobre  uno  de  sus  lados,  revelaba  un  pequeño  cuarto
           trastero  con  cajones  en  uno  de  sus  lados.  La  manija  de  la  puerta  que  se  abría  al
           exterior tenía la forma de la palanca de mandos de un ornitóptero.

               La habitación parecía haber sido concebida para seducirle.
               La habitación y aquel planeta.
               Pensó  en  el  librofilm  que  le  había  mostrado  Yueh…  «Arrakis:  la  Estación

           Botánica Experimental del Desierto de Su Majestad Imperial». Era un viejo librofilm,
           anterior al descubrimiento de la especia. Un enjambre de nombres revoloteó por la
           mente  de  Paul,  cada  uno  de  ellos  con  su  fotografía  gracias  a  los  impulsos

           mnemotécnicos  del  libro:  saguaro,  arbusto  burro,  palmera  datilera,  verbena  de
           arena,  prímula  del  atardecer,  cactus  barril,  arbusto  de  incienso,  árbol  de  humo,
           arbusto creosota… zorro mimético, halcón del desierto, ratón canguro…

               Nombres  e  imágenes,  nombres  e  imágenes  surgidos  del  pasado  terrestre  del
           hombre… y muchos de los cuales no podían encontrarse en ningún lugar del universo




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