Page 85 - Dune
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—Cuando mi padre se enfada contigo por algo —dijo Paul—, exclama: «¡Bene
           Gesserit!» como si fuera una blasfemia.
               —¿Y cuándo se enfada tu padre conmigo?

               —Cuando discutes con él.
               —Tú no eres tu padre, Paul.
               Y Paul pensó: Esto va a lastimarla, pero debo explicarle lo que me dijo la mujer

           Mapes acerca de un traidor entre nosotros.
               —¿Qué es lo que me estás ocultando? —preguntó Jessica—. Esto no es propio de
           ti, Paul.

               El se alzó de hombros, explicándole su conversación con Mapes.
               Y Jessica pensó en el mensaje de la hoja. Tomó una repentina decisión, mostró la
           hoja a Paul, y le tradujo el mensaje.

               —Mi  padre  debe  conocer  esto  inmediatamente  —dijo  el  muchacho—.  Voy  a
           radiografiarlo en clave y llevárselo.

               —No —dijo ella—. Espera hasta que podamos estar a solas con él. Esto es algo
           que debe saber el menor número de personas posible.
               —¿Quieres decir que no debemos confiar en nadie?
               —Hay otra posibilidad —dijo ella—. El mensaje podría haber sido dejado para

           que lo descubriéramos. La gente que lo ha enviado puede estar convencida de que es
           cierto, pero es posible que su única finalidad sea la de impresionarnos.

               La expresión de Paul se hizo terca y sombría.
               —Para hacer que desconfiáramos y sospecháramos de nuestras propias filas, y así
           debilitarnos —dijo.
               —Debes hablar privadamente de ello a tu padre, y ponerle en guardia sobre este

           aspecto de la cuestión —dijo Jessica.
               —Comprendo.

               Ella se volvió hacia la gran superficie de cristal filtrante, mirando hacia el sol de
           Arrakis  que  se  ponía  por  el  sudoeste…  una  esfera  dorada  hundiéndose  entre  las
           montañas.
               Paul se volvió también hacia él, diciendo:

               —De todos modos, no creo que sea Hawat. ¿Tal vez Yueh?
               —No es ni un lugarteniente ni un compañero —dijo ella—. Y puedo asegurarte

           que odia a los Harkonnen tan profundamente como nosotros.
               Paul dirigió su atención hacia las montañas, pensando: Y no puede ser Gurney… o
           Duncan. ¿Quizá uno de los subtenientes? Imposible. Todos pertenecen a familias que

           nos son leales desde hace generaciones… por excelentes motivos.
               Jessica se pasó una mano por la frente, sintiendo su propia fatiga. ¡Hay tantos
           peligros aquí!  Miró  hacia  afuera,  hacia  el  paisaje  amarillo  a  través  de  los  filtros,

           estudiándolo.  Mas  allá  de  los  terrenos  ducales  había  una  llanura  que  albergaba  un




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