Page 86 - Dune
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depósito de mercancías, rodeado por una alta barrera: hileras de silos de especia
protegidos por numerosas torretas de vigilancia erguidas sobre largos sustentadores
que les daban el aspecto de enormes arañas al acecho. Podía ver al menos veinte
recintos semejantes, repletos de silos, extendiéndose hasta casi los límites de la
Muralla Escudo… silos tras silos, multiplicándose a todo lo ancho de la explanada.
Lentamente, el filtrado sol se hundió tras el horizonte. Las estrellas empezaron a
brillar. Una de ellas, muy baja sobre el horizonte, destacada de las demás, parpadeaba
con un claro, preciso ritmo: blink-blink-blink-blink-blink-blink…
Paul se movió a su lado, entre las sombras de la estancia.
Pero Jessica se concentró en aquella singular estrella luminosa, observando que
estaba demasiado baja, que debía brillar en el mismo borde de la Muralla Escudo.
¡Alguien estaba haciendo señales!
Intentó descifrar el mensaje, pero era emitido en un código que desconocía.
Otras luces se encendieron en la llanura bajo las montañas: pequeñas luces
amarillas esparcidas en la azul oscuridad. Y otra luz a su izquierda creció en
intensidad y empezó a brillar, encendiéndose y apagándose rápidamente en dirección
a las montañas… muy rápidamente: ¡destello largo, parpadeo, destello!
Y se extinguió.
La falsa estrella desapareció también inmediatamente.
Señales… Jessica se sintió invadida por una premonición.
¿Por qué están utilizando luces para hacer señales a lo largo de la llanura?, se
preguntó. ¿Por qué no usan la red normal de comunicaciones?
La respuesta era obvia: cualquier comunicación podía ser interceptada por los
agentes del Duque Leto. Las señales luminosas significaban que aquellos mensajes
habían sido intercambiados entre sus enemigos… entre agentes Harkonnen.
Llamaron a la puerta detrás de ellos, y oyeron la voz del hombre de Hawat.
—Todo está a punto, señor… mi Dama. Es tiempo de conducir al joven amo hasta
su padre.
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