Page 91 - Dune
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una probada experiencia con la arena.
               —Comprendo,  Señor.  «Acudirán  a  la  llamada  de  la  violencia:  sus  rostros  se
           ofrecerán al viento del este, y recogerán la cautividad de la arena».

               —Una notable observación —dijo el Duque—. Confía el mando de tu grupo a un
           lugarteniente. Cuida de que todos reciban una lección acerca de la disciplina del agua,
           y  haz  que  los  hombres  pasen  esta  noche  en  los  barracones  adjuntos  al  campo.  El

           personal del campo les guiará. Y no olvides los hombres para Hawat.
               —Trescientos  de  los  mejores,  Señor.  —Tomó  de  nuevo  su  saco  espacial—.
           ¿Dónde debo reportarme a vos, una vez cumplido mi trabajo?

               —He  hecho  preparar  una  sala  del  consejo  arriba.  Tendremos  una  reunión  allí.
           Quiero  poner  a  punto  un  nuevo  orden  de  dispersión  planetaria,  con  las  escuadras
           blindadas en primer término.

               Halleck se detuvo bruscamente y se volvió, observando la mirada de Leto.
               —¿Habéis  anticipado  ese  tipo  de  dificultades,  Señor?  Creía  que  se  había

           designado un Arbitro del Cambio.
               —Un combate abierto y clandestino —dijo el Duque—. Se verterá mucha sangre
           aquí antes de que hayamos terminado.
               —«Y el agua que bebáis del río se convertirá en sangre sobre la tierra seca» —

           recitó Halleck.
               —Apresúrate, Gurney —suspiró el Duque.

               —De acuerdo, mi Señor —la violácea cicatriz se contrajo bajo su sonrisa—. «He
           aquí  al  asno  salvaje  del  desierto  precipitándose  hacia  su  trabajo».  —Se  volvió,
           alcanzó a largos pasos el centro de la sala, hizo una pausa para transmitir sus órdenes,
           y se alejó luego apresuradamente entre los hombres.

               Leto inclinó la cabeza mientras le contemplaba alejarse. Halleck era una sorpresa
           continua: una cabeza repleta de canciones, citas y frases floridas… y el corazón de un

           asesino cuando se trataba de algo referente a los Harkonnen.
               Se  dirigió  sin  apresurarse  hacia  el  ascensor,  atravesando  la  sala  en  diagonal,
           respondiendo a los saludos con un gesto casual de la mano. Reconoció a uno de los
           hombres  del  grupo  de  propaganda,  y  se  detuvo  para  comunicarle  un  mensaje  que

           sabia iba a ser difundido por varios canales: aquellos que habían traído a sus mujeres
           estarían ansiosos por saber que éstas estaban a seguro y dónde podrían hallarlas. Para

           los demás seria interesante saber que la población local contaba al parecer con más
           mujeres que hombres.
               El Duque palmeó al hombre de propaganda en el brazo, una señal que indicaba

           que el mensaje tenía absoluta prioridad y que debía ser puesto inmediatamente en
           circulación, y continuó su camino a través de la sala. Respondió a los saludos de los
           hombres, intercambió una frase divertida con un subalterno.

               El que manda debe parecer siempre confiado, pensó. Esta confianza es un peso




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