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AUTOR                                                                                               Libro
                     —¿Por   qué?   —inquirí.   Parecía   estar   insinuando   que   le   había   mentido   esa
               mañana en algo más que en lo de estudiar con Jessica.
                     —Bueno, es sólo que le vi cuando fui a recoger a Harry. Estaba delante de la
               tienda de la reserva con unos amigos. Le saludé con la mano, pero él... Bueno,
               supongo... No sé si me vio. Me parece que estaba discutiendo con sus amigos. Tenía
               un aspecto extraño, como si estuviera contrariado por algo... Estaba cambiado. ¡Es
               digno de ver cómo crece ese chico! Cada vez que le veo ha pegado un estirón.
                     —Billy dijo que Jake y sus amigos se habían marchado a Port Angeles a ver un
               par de películas. Lo más probable es que estuvieran esperando a que alguien se
               reuniera con ellos.
                     —Ah.
                     Charlie asintió con la cabeza y se encaminó a la cocina.
                     Me quedé en el vestíbulo mientras imaginaba a Jacob discutiendo con sus
               amigos. Me pregunté si se habría enfrentado con Embry como consecuencia del
               asunto con Sam. Tal vez fuera ése el motivo por el que me había dejado tirada hoy. Si
               ello significaba que había solventado las cosas con Embry, me alegraba de que lo
               hubiera hecho.
                     Me detuve a revisar todos los cerrojos antes de subir a mi habitación. Era un
               comportamiento estúpido. Pues ¿qué diferencia podía marcar un cerrojo frente a
               alguno de los monstruos que había visto aquella tarde? Asumí que el pomo era lo
               único que iba a detener a los lobos, al carecer de pulgares, pero si venía Laurent...
                     ... o Victoria...
                     Me tendí en la cama, pero estaba demasiado alterada para albergar la esperanza

               de dormir. Me acurruqué con fuerza debajo del edredón y encaré los horribles
               hechos.
                     No había nada que pudiera hacer. No podía adoptar ninguna precaución ni
               existía lugar al que huir. Tampoco había nadie que pudiera ayudarme.
                     El estómago me dio un vuelco cuando comprendí que la situación era incluso
               peor, ya que todo aquello implicaba también a Charlie. Mi padre, que dormía a una
               habitación de la mía, estaba a un pelo de distancia del objetivo, que se centraba en
               mí. Mi aroma les guiaría hasta aquí, estuviera yo o no...
                     Los temblores me sacudieron hasta que me castañetearon los dientes. Fantaseé
               con lo imposible para calmarme, imaginé que los grandes lobos habían alcanzado a
               Laurent en los bosques y habían masacrado al inmortal como hubieran hecho con
               cualquier persona normal. La idea me reconfortó a pesar de lo absurdo de la misma.
               Si los lobos le habían atrapado, no le podría decir a Victoria que estaba sola, de modo
               que tal vez creyera que los Cullen seguían protegiéndome si Laurent no regresaba.
               Bastaba con que los lobos pudieran triunfar en semejante enfrentamiento...
                     Mis   vampiros   buenos   no   iban   a   regresar.   Había   sido   muy   tranquilizador
               suponer que los del otro tipo iban a desaparecer.
                     Cerré los ojos con fuerza y esperé a sumirme en la inconsciencia, casi deseosa
               de que empezara la pesadilla. Mejor eso que el bello rostro pálido que ahora me
               sonreía detrás de los párpados.




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