Page 285 - e-book
P. 285

AUTOR                                                                                               Libro
                     Aro alzó la mano delante de Edward.
                     Cayo, que había empezado a poner cara de pocos amigos, se relajó.
                     Edward frunció los labios con rabia hasta convertirlos en una línea. Me miró
               fijamente a los ojos y yo a él.
                     —Hazlo —susurré—, por favor.
                     ¿Era   en   verdad   una   idea   tan   detestable?   ¿Prefería   él   morir   antes   que
               transformarme?   Me   sentí   como   si   me   hubieran   propinado   una   patada   en   el
               estómago.
                     Edward me miró con expresión torturada.
                     Entonces, Alice se alejó de nuestro lado y se dirigió hacia Aro. Nos volvimos a
               mirarla. Ella había levantado la mano igual que el vampiro.
                     Alice no dijo nada y Aro despachó a su guardia cuando acudieron a impedir
               que se acercara. Aro se reunió con ella a mitad de camino y le tomó la mano con un
               destello ávido y codicioso en los ojos.
                     Inclinó la cabeza hacia las manos de ambos, que se tocaban, y cerró los ojos
               mientras se concentraba. Alice permaneció inmóvil y con el rostro inexpresivo. Oí
               cómo Edward chasqueaba los dientes.
                     Nadie se movió. Aro parecía haberse quedado allí clavado encima de la mano
               de  Alice.   Me   fui   poniendo   más   y   más   tensa   conforme   pasaban   los   segundos,
               preguntándome cuánto tiempo iba a pasar antes de que fuera demasiado tiempo, antes
               de que significara que algo iba mal, peor todavía de lo que ya iba.
                     Transcurrió otro momento agónico y entonces la voz de Aro rompió el silencio.
                     —Ja, ja, ja —rió, aún con la cabeza vencida hacia delante. Lentamente alzó los

               ojos, que relucían de entusiasmo—. ¡Eso ha sido fascinante!
                     —Me alegra que lo hayas disfrutado.
                     —Ver las mismas cosas que tú ves, ¡sobre todo las que aún no han sucedido! —
               sacudió la cabeza, maravillado.
                     —Pero eso está por suceder —le recordó Alice con voz tranquila.
                     —Sí, sí, está bastante definido. No hay problema, por supuesto.
                     Cayo   parecía   amargamente   desencantado,   un   sentimiento   que   al   parecer
               compartía con Felix y Jane.
                     —Aro —se quejó Cayo.
                     —¡Tranquilízate, querido Cayo! —Aro sonreía—. ¡Piensa en las posibilidades!
               Ellos no se van a unir a nosotros hoy, pero siempre existe la esperanza de que ocurra
               en el futuro. Imagina la dicha que aportaría sólo la joven Alice a nuestra pequeña
               comunidad... Además, siento una terrible curiosidad por ver ¡cómo entra en acción
               Bella!
                     Aro  parecía  convencido.  ¿Acaso   no  comprendía   lo   subjetivas   que  eran   las
               visiones  de Alice,  que  lo   que  veía  sobre  mi  transformación   hoy  podía   cambiar
               mañana? Un millón de ínfimas decisiones, las de Alice y otros muchos —también las
               de Edward— podían cambiar su camino y, con eso, el futuro.
                     ¿Importaba   que   ella   estuviera   realmente   dispuesta?   ¿Supondría   alguna
               diferencia que yo me convirtiera en vampiro si la idea resultaba tan repulsiva a




                                                                                                   - 285 -
   280   281   282   283   284   285   286   287   288   289   290