Page 331 - e-book
P. 331

AUTOR                                                                                               Libro
               como para mitigar un poco mi pánico.
                     —No es probable que Charlie vaya a matarte, pero se lo está pensando —me
               dijo. Condujo de nuevo calle abajo, pero pasó de largo frente a la casa y aparcó junto
               al confín del bosque.
                     —¿Qué he hecho ahora? —jadeé.
                     Edward lanzó otra mirada hacia la casa. Le imité, y entonces me di cuenta por
               vez primera del vehículo que estaba aparcado en la entrada, al lado del coche
               patrulla. Era imposible no verlo con ese rojo tan brillante. Era mi moto, exhibiéndose
               descaradamente en la entrada.
                     Edward había dicho que Charlie se estaba pensando lo de matarme; por tanto,
               mi padre ya debía de saber que era mía. Sólo había una persona que pudiera estar
               detrás de semejante traición.
                     —¡No! —jadeé—.  ¿Por qué?  ¿Por qué iba a hacerme Jacob una cosa así? Su
               traición me traspasó como una estocada. Había confiado en Jacob de forma implícita,
               le había contado todos mis secretos por pequeños que fueran. Se suponía que él era
               mi puerto seguro, la persona en la que siempre podría confiar. Las cosas estaban más
               tensas ahora, sin duda, pero jamás pensé que esto hubiera afectado a los cimientos de
               nuestra amistad. ¡Nunca pensé que eso pudiera cambiar!
                     ¿Qué le había hecho para merecerme eso? Charlie se iba a enfadar muchísimo, y
               peor aún, iba a sentirse herido y preocupado. ¿Es que no tenía bastante con todo lo
               que había ocurrido ya? Nunca hubiera imaginado que Jake fuera tan mezquino, tan
               abiertamente   miserable.   Lágrimas   ardientes  brotaron   de  mis   ojos,   pero  no   eran
               lágrimas de tristeza. Me había traicionado. De pronto, me sentí tan furiosa que la

               cabeza me latía como si me fuera a explotar.
                     —¿Está todavía por aquí? —farfullé.
                     —Sí. Nos está esperando allí —me dijo Edward, señalando con la barbilla el
               camino estrecho que dividía en dos la franja oscura de árboles.
                     Salté del coche y me lancé en dirección a los árboles con las manos ya cerradas
               en puños, preparadas para el primer golpe.
                     Edward me agarró por la cintura antes de que hollara el camino.
                     ¿Por qué tenía que ser siempre mucho más rápido que yo?
                     —¡Suéltame! ¡Voy a matarle! ¡Traidor! —grité el adjetivo para que llegara hasta
               los árboles.
                     —Charlie te va a oír —me avisó Edward—, y va a tapiar la puerta una vez que
               te tenga dentro.
                     Volví el rostro de forma instintiva hacia la casa y me pareció que lo único que
               podía ver era la rutilante moto roja. Lo veía todo rojo. La cabeza me latió otra vez.
                     —Déjame que le atice una vez, sólo una, y luego ya veré cómo me las apaño con
               Charlie —luché en vano para zafarme.
                     —Jacob Black quiere verme a mí. Por eso sigue aquí.
                     Aquello me frenó en seco y me quitó las ganas de pelear por completo. Se me
               quedaron las manos flojas. Luchan. Paris cae.
                     Estaba furiosa, pero no tanto.




                                                                                                   - 331 -
   326   327   328   329   330   331   332   333   334   335   336