Page 19 - REVISTA INALIENABLE 1 EDICIÓN
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que evadir se convierte en la opción más sensata. Como decimos coloquialmente, toca
“hacernos los locos y aplaudir” para de alguna manera seguir “viviendo”.
El hecho es que creo firmemente
que, en el fondo de su corazón, más
de uno se muere por volver añicos la
olla y descargar toda su... energía de
ira acumulada. Pero, entre sacar la
cuenta del costo de la olla (después
de haber dañado unas cuantas) y
fabricar argumentos para evitar
pensar en lo indecible: me pueden
meter preso por cacerolear, las
horas se pasan entre paciencia
combinada con repelente.
La fórmula para sembrar la
desesperanza es sencilla: frustra
sistemáticamente, sin un patrón predecible y sin seguir lógica alguna a la población.
Si alguno osa levantar la voz, azótalo públicamente, hazle trizas la vida, haz algo
ejemplarizante que le recuerde al resto por qué deben callar.
Si el grueso de la población estuviera claro y consciente de esta sencilla fórmula, no
gritaran de júbilo cuando les llega la luz. La mayor prueba de desesperanza es un niño
o un adolescente que confiesa preocupación cuando no le quitan la luz, porque
presiente que al día siguiente será peor.
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