Page 116 - Libros de Caballerías 1879
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AMAD1S DE GAULA

          cís que es caballero e de las cosas que en la nave
          trayo le dejaré con que algo pueda ser reparado.
            —Faceldo —dijo   el buen hombre— ;  pero  en-
          tiendo que su muerte, a que tanto llegado  es, vos
          quitará dése cuidado.
            La doncella entró sola en la cámara donde Bel-
          tenebrós estaba;  el cual, pensando qué  ficiese, no
          se sabía determinar; que  si se  le  ficiese conocer,
          pasaba  el mandamiento de su señora,  e  si  no,  si
          aquella que era todo  el reparo de su vida de  allí
          se fuese, no  le quedaba esperanza ninguna. En  la
          fin, creyendo que muy más duro para él sería eno-
          jar a su señora que padecer la muerte, acordó de
          se le no facer conocer en ninguna manera.
            Pues la doncella, llegada cerca de la cama, dijo:
            —Buen hombre, del ermitaño he sabido que sois
          caballero,  e porque  las doncellas a todos  los más
          caballeros somos muy más obligadas por los gran-
          des peligros que en nuestra defensa se ponen, acordé
          de os ver e dejar aquí del bastimiento de la nao todo
          lo que para vuestra salud en ella se fallare.
            El no respondió ninguna cosa ; antes* estaba con
          grandes  sollozos  e gemidos  llorando. Así que  la
          doncella pensó que  el alma de las carnes se le par-
          tía, de que hobo gran piedad; e porque en la cá-
          mara poca luz había, abrió una lumbrera que ce-
          rrada  estaba,  e  llegóse a  la cama por ver  si  era
          muerto, e comenzóle a mirar, y  él a  ella, todavía
          llorando  e sollozando, e así estuvo por una  pieza
                                na
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