Page 111 - Libros de Caballerías 1879
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EL ERMITAÑO
A la otra mañana pusiéronse en camino, el ermi-
taño en su asno y Amadís en su caballo, porque
el religioso así se lo mandó. El hombre bueno lo iba
mirando, como era tan hermoso y de tan buen talle,
e la gran cuita en que estaba, e dijo:
—Yo vos quiero poner un nombre que será con-
forme a vuestra persona e angustia en que sois
puesto; que vos sois mancebo e muy fermoso; e
vuestra vida está en grande amargura y en tinie-
blas ; quiero que hayáis nombre Beltenebrós.
Amadís plugo de aquel nombre, e tovo al buen
hombre por entendido en gele haber con tan gran
razón puesto, e por este nombre fué él llamado en
cuanto con él vivió, y después gran tiempo; que
no menos que por el de Amadís fué loado, según
las grandes cosas que hizo, como adelante se dirá.
Pues fablando en esto y en otras cosas, llegaron
a la mar siendo noche cerrada, e fallaron hí una
barca en que habían de pasar al hombre bueno a
su ermita, y Beltenebrós dio su caballo a los ma-
rineros, y ellos le dieron un pelote e un tabardo de
gruesa lana parda, y entraron en la barca e fué-
ronse contra la peña; y Beltenebrós preguntó al
buen hombre cómo llamaban aquella su morada, y
él cómo había nombre.
—La morada —dijo él— es llamada la Peña Po-
bre, porque allí no puede morar ninguno sino en
gran pobreza, e mi nombre es Andalod, e fui clé-
rigo asaz entendido, e pasé mi mancebía en muchas
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