Page 120 - Libros de Caballerías 1879
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AMADÍS DE GAULA
de la Gran Bretaña habían recibido, irían secreta-
mente y disfrazados a prestarle auxilio. Fueron así,
en efecto, con armas que les envió Urganda la Des-
conocida, cuyos escudos estaban adornados con sier-
pes de oro. Y la armadura de Amadís había un
yelmo dorado. Pasaron a la Gran Bretaña, llegaron
al campo de batalla; con el esfuerzo de sus brazos
decidieron ésta en favor de Lisuarte cuando el rey la
tenía ya perdida, y antes de que el socorrido mo-
narca pudiera buscar a sus favorecedores, supieron
ocultarse en un bosque, protegidos por el manto de
la noche.
Algunos días folgaron en aquella floresta el rey
Perión e sus fijos, y yendo en busca de la nave que
había de volverlos a Gaula, fallaron cabe una fuente
una doncella, que a su palafrén a beber daba, ves-
tida ricamente, y encima una capa de escarlata, que
con hebillas e ojales de oro se abrochaba, y dos es-
cuderos y dos doncellas con ella, que le traían fal-
cones e canes, con que cazaba; e como ella los vio,
conociólos luego en las armas de las sierpes, e fué,
faciendo grande alegría, contra ellos; e como llegó,
saluólos con mucha homildad, faciendo señas que
era muda. Ellos la saluaron, y parecióles muy fer-
mosa, e hobieron mancilla que fuese muda. Ella se
llegaba al del yelmo dorado, e abrazábalo y queríale
besar las manos; e cuando así una pieza estovo,
convidábalos por señas que fuesen aquella noche sus
huéspedes en un su castillo, mas ellos no le enten-
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