Page 142 - Libros de Caballerías 1879
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AMADÍS DE GAULA
ricos e ataviados palafrenes que les trajeran, se fue-
ron al Emperador, que ya contra ellos venía, muy
acompañado de grandes hombres e muy ricamente
ataviados. E apartándose todos, llegó el Caballero de
la Verde Espada e quísose apear para le besar las
manos; mas el Emperador cuando esto vio no gelo
consintió, antes se fué para él e lo tovo abrazado,
mostrándole muy gran amor, que así lo tenía con
él, e dijo:
—Por Dios, Caballero de la Verde Espada, mi
buen amigo, como quiera que Dios me haya fecho
tan grande hombre y venga del linaje de aquellos
que este señorío tan grande tovieron, más merecéis
vos la honra que la yo merezco ; que vos la ganastes
por vuestro gran esfuerzo, pasando tan grandes pe-
ligros cual nunca otro pasó, e yo tengo la que me
vino dormiendo e sin merecimiento mío.
El Caballero del Enano le dijo:
—Señor, a las cosas que tienen medida puede
hombre satisfacer; pero no a esta, que por su gran
virtud en tanto loor me ha puesto; e por esto, se-
ñor, quedará para que esta mi persona hasta la
muerte le sirva en aquellas cosas que me mandare.
Y así fablando se tornó el Emperador con él a
sus palacios, y el de la Verde Espada iba mirando
aquella gran ciudad, e las cosas extrañas e maravi-
llosas que en ella vía, e tantas gentes que lo salían
a ver, e daba en su corazón con grande homildad
muchas gracias a Dios porque en tal logar le guia-
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