Page 143 - Libros de Caballerías 1879
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LAS CORONAS DE LA INFANTA
ra donde tanta honra del mayor hombre de los cris-
tianos recebía ; e todo cuanto en las otras partes vie-
ra le parecía nada en comparación de aquello; pero
mucho más maravillado fué cuando entró en el
gran palacio, que allí le pareció ser junta toda la
riqueza del mundo. Había allí un aposentamiento
donde el Emperador mandaba aposentar los gran-
des señores que a él venían, que era el más hermo-
so e deleitoso que en el mundo se podía hallar, así
de ricas casas como de fuentes de agua e árboles
muy extraños. E allí mandó quedar al Caballero de
la Verde Espada e al maestro Elisabat, que lo curase,
e a Gastiles que le ficiese compañía; y dejándolo
reposar, se fué con sus hombres buenos donde él
posaba. Toda la gente de la ciudad, que viera al Ca-
ballero de la Verde Espada, fablaban mucho en su
gran hermosura, e mucho más en el grande esfuer-
zo suyo, que era mayor que de caballero otro ningu-
no; e si él se había maravillado de ver tal ciudad
como aquella e tanto número de gente, mucho más
lo eran ellos en lo ver a él solo; así que de todos
era loado e honrado más que lo nunca fué rey ni
grande ni caballero que allí de tierras extrañas vi-
niesen.
Otro día de mañana levantóse el Caballero de la
Verde Espada, e vistióse de sus paños lozanos e
hermosos, según él vestir los solía, y Gastiles con
él, y el maestro Elisabat, e fueron todos de consu-
no juntos a oír misa con el Emperador a su capi-
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