Page 144 - Libros de Caballerías 1879
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AMADÍS DE GAULA


        lia, donde los atendía, e luego se fueron a ver a la
        Emperatriz; pero antes que a ella llegasen fallaron
        en comedio muchas dueñas  e  doncellas muy  rica-
        mente ataviadas de ricos paños, que les facían logar
        por do pasasen e buen recebimiento. La casa era tan
        rica e tan bien guarnida, que si la rica cámara defen-
        dida de la Insola Firme no, otra tal nunca el Caba-
        llero de  la Verde Espada viera, e los ojos  le can-
        saban de mirar tantas mujeres e tan hermosas,  e
        las cosas extrañas que  vía, e llegando a  la Empe-
        ratriz, que en su estrado  estaba,  fincó  los hinojos
        ante ella con mucha humildad e dijo:
          —Señora, mucho gradezco a Dios en me    traer
        donde viese a vos e a vuestra grande alteza, y  el
        valor que sobre  las  otras señoras tiene que en  el
        mundo son, e la vuestra casa acompañada e ornada
        de tantas dueñas e doncellas de tan gran guisa. A
        El le plega, por la su merced, de me llegar a tiempo
        que algo destas grandes mercedes  le pueda  servir.
          La Emperatriz  le tomó por  las manos e  dijóle
        que no estoviese así de hinojos, e fizóle sentar cer-
        ca de sí, y estovo con él fablando una gran pieza en
        aquellas cosas que tan alta señora con caballero ex-
        traño que no conocía debía hablar; y él respondien-
        do con tanto tiento e tanta gracia, que la Empera-
        triz, que muy cuerda era e lo miraba, decía entre
        sí que no podía ser su esfuerzo tan grande que a
        su mesura e discreción sobrepujar podiese.
          El Emperador estaba  a  esta  sazón en  su  silla
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