Page 207 - Libros de Caballerías 1879
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LA FLORESTA ENCANTADA


     que en medio del  río, encima de una gran puente
     estaba  edificada,  bien obrada y  fuerte, y allende
     desto muy hermosa para mirar de  fulera y mucho
     más para recelar los peligros de dentro; la entrada
     della, así de la una parte como de la otra, era por
     la puente, la cual era tan ancha, que  sie podían com-
     batir en  ella cuatro  caballeros. Don Duardos,  re-
     cordando de su desacuerdo, y viendo la novedad del
     castillo y  fortaleza  del, llamó a unas aldabas de
     hierro que -en la puerta estaban.
       No tardó mucho que en las almenas se paró un
     hombre, que, por lo ver desarmado,  le fué luego a
     abrir. Al cual preguntó cuyo era aquel castillo. El
     portero  le respondió que subiese arriba, que allá se
     lo dirían, y como su corazón no temió los peligros
     antes que  los  viese, perdido todo temor, entró en
     él patio, y de ahí subió a una sala, donde fué re-
     cebido de una dueña, que en su presencia represen-
     taba  ser persona de merecimiento. Don Duardos,
     después de hacelle la cortesía que  le pareció nece-
     saria, le dijo:                  i
       —Señora, estoy tan espantado de lo que aquí veo,
     que quería saber de vos quién sois y cuya es esta
     casa tan encubierta a todos y tanto para no encu-
     brirse a nenguno.
       La dueña le tomó por la mano, y le llevó a una
     ventana que sobre  (el río  caía, diciendo:
       —Señor   don Duardos,  la  fortaleza y  el  due-
     ño  della está toda a vuestro servicio; reposa aquí
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